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Ángel Simón: estudios sobre el coro trágico

El yo está de más. Hay que observar cómo se mueven los seres y las cosas y cómo se reflejan en nosotros”.

                             Citado por más de un reconocido maestro del arte teatral.

“Dioniso hace de la presencia un modo de acción privilegiado. Es por excelencia el dios que llega: aparece, se manifiesta, viene a hacerse reconocer. Epífano itinerante, Dioniso organiza el espacio en función de su actividad deambulatoria. Se lo encuentra por todas partes, no está en ninguna en su casa.”

                                                           Marcel Detienne, Dioniso a cielo abierto.

“Aprender a aprender establece nuevas posibilidades y combinaciones del movimiento, abre nuevos circuitos neurofisiológicos inutilizados que modifican la imagen del cuerpo y su percepción espacial, la relación con los demás actores y con el público. Este despertar del cuerpo está ligado a la imaginación y estimula la creatividad, dado que cuando despiertas el cuerpo, el cerebro también despierta, pues es en el cerebro donde se forman las imágenes, se transmiten. Cada neurona está ligada a un músculo. Es así como funciona. Aprender significa ser consciente de que existen muchas posibilidades de hacer lo mismo y tener opción de escoger. Aquí radica la dignidad humana.”

                                                                                   Monika Pagneux.

EL TEATRO Y EL JUEGO

            Comprendo que el teatro es un juego descubierto por los humanos hace ya más de dos mil quinientos años allá en la Antigua Grecia, que aún hoy sirve a éstos para observarse a través de ficciones compuestas y desplegadas ante otros. Puede así cada quien sentirse reflejado como individuo y como miembro de comunidades de diverso alcance mediante la presentación de comportamientos y relaciones con lo real realizados de un modo crítico y festivo. Podríamos decir que se trata de una manera de estudiarse y modificarse, de tomar distancia y mirarse en un espejo algo diferente a los espejos conocidos al uso. No andaríamos alejados. Pero una manera, eso sí, alegre y disciplinada. Por tanto, un modo que se puede aprender. De hecho, diría que el teatro es precisamente aprender a aprender en movimiento y con la intención de ofrecérselo a un público.

            Para jugar el teatro es necesario componer estructuras que permitan su desarrollo. Esto requiere de unas reglas. ¿Cómo enseñar a reconocer estas reglas? Sin duda, el modo más honrado es transmitiendo aquello que se ha aprendido de buena mano, experimentado con el propio cuerpo, y continuar aprendiendo mientras se enseña, ya que la realidad, a su manera, se mueve entre lo que permanece. Esta aparente contradicción nutre la actitud teatral, si se me permite hablar así. Sólo se puede enseñar y aprender este juego del teatro con otros seres humanos. Es más, sólo se puede aprender a enseñar este modo que llamamos teatro tratando con humanos dispuestos a conocerlo, seres dispuestos a ponerse en duda.

            El mayor regalo que puedo reconocer en el estudio del teatro, como experiencia viva, a su manera, útil, vibra en la tensión que se abre entre lo común, lo que nos afecta a todos, y lo singular, la riqueza que se despierta sin imposiciones en cada ser, sus tesoros secretos. Y es precisamente el modo en que esta doble cara va emergiendo la que hace del teatro un fundamento y una sorpresa conveniente.

            Johan Huizinga define así “juego” en su Homo Ludens, clásico ensayo sobre el juego y la cultura:

“El juego es una acción u ocupación libre, que se desarrolla dentro de unos límites temporales y espaciales determinados, según reglas absolutamente obligatorias, aunque libremente aceptadas, acción que tiene su fin en sí misma y va acompañada de un sentimiento de tensión y alegría y de la conciencia de SER DE OTRO MODO que en la vida corriente.”

  • MI EXPERIENCIA DEL JUEGO EN EL TEATRO

            Permítaseme introducir aquí unas notas referentes a las fuentes teatrales de las que bebo, que considero pertinentes en esta presentación. Monika Pagneux es la pedagoga más influyente en mi formación como hombre de teatro. Con ella he estudiado durante diez años y mantengo una viva relación que me sigue inspirando y poniendo en duda como el primer día, ahora que ha alcanzado ya sus noventa y cuatro años. He tenido la fortuna de participar en los Cursos Pedagógicos para el Teatro que impartió entre 2007 y 2014 en Barcelona. Sus enseñanzas me han impulsado a perseverar en la vía de la experimentación a partir de la observación de lo que se mueve y del conocimiento de las reglas de juego, como actor, dramaturgo y como estudioso y profesor del teatro, poniendo a prueba, sin miedo a errar, y recogiendo para ello elementos y relaciones de distintos métodos y tradiciones, buscando las CORRESPONDENCIAS ÚTILES. La pedagogía de Jacques Lecoq, la técnica de Mijaíl Chéjov, la máscara balinesa y la occidental, el teatro radiofónico, la biomecánica o el grotesco, la narración, el burlesco, el monólogo en Shakespeare, los griegos, me han servido de alimento, y, sobre todo, el empeño por comprender la actualidad del coro dramático y el surgimiento de la voz en la escena como matrices de una escritura crítica y festiva, que diferencia al teatro de otros modos de expresión y conocimiento.

 

¿CÓMO ES EL JUEGO DEL TEATRO?

            Cito expresamente el texto de Anna Yen titulado “Monika Pagneux”, aparecido en The Feldenkrais Journal. No. 25:

            “¿Qué es “juego”? Monika recomienda a quienes enseñan, dirigen o componen teatro, “hacer un juego de todo”. Los principales componentes del juego, que abundan en las propuestas de Monika para el intérprete, son el placer, la presencia, la complicidad y las reglas del juego (restricciones). ¿Qué es el PLACER en el contexto de la actuación? Monika nos lleva a redescubrir el placer de un niño que juega, el placer del juego, de saltar a lo desconocido con el conocimiento de cómo jugar, del descubrimiento, de la conciencia. Monika cita recientemente a Charles Baudelaire: “El genio no es más que la infancia recuperada a voluntad”. ¿Qué es la PRESENCIA en el escenario? La sensibilidad, la capacidad de estar plenamente presente y ser capaz de seguir un impulso encarnado en el momento: ser, en lugar de mostrar; la gracia, en lugar del esfuerzo (es decir, los cuatro sellos de Feldenkrais de la acción bien organizada -reversibilidad, libertad de respiración, ausencia de esfuerzo, ausencia de restricción-). Todas estas cualidades contribuyen a la presencia escénica. ¿Qué es la COMPLICIDAD? Jugar en conjunto y participar en el juego.”

            Las restricciones en el juego son las REGLAS DEL JUEGO. “Éstas nos ayudan a encontrar una relación viva y fresca con el compañero, desarrollándolo juntos, en lugar de imponer ideas previas, encontrar la música que subyace, clarificando y focalizando en lo importante.” Encontrar las reglas da libertad y placer.

            Uno de los logros fundamentales de Monika es haber convertido los ejercicios en juegos dramáticos, que conectan con la vida real y nos preparan para desplegar nuestra imaginación en ésta, en lugar de copiarla, asumirla sin más, y componer así ficciones dramáticas, una escritura para la escena. Este proceso requiere de una preparación larga y perseverante que tenga en cuenta la relación de todas las partes del cuerpo entre sí, el modo en que unas tiran de otras, ya que “el esqueleto es una estructura de fuerzas en el espacio que actúa en direcciones contrarias y complementarias que se ajustan a hacer el movimiento más fácil, más económico y preciso.”

 

LA LABOR DEL PEDAGOGO

            Es tarea del maestro despertar en el alumno una creciente curiosidad, observar atentamente sus capacidades y acompañarlo, de un modo sobrio y discreto, en su proceso de aprendizaje del juego teatral, del movimiento en movimiento, intensificar y afinar su percepción, liberando su cuerpo de bloqueos; enseñarle a traducir sus impulsos en acciones concretas a favor de las situaciones; servirle de estímulo y provocación gradual, disponiendo y ajustando un código de comunicación eficaz que dibuje unos límites dentro de los cuales se desarrolle el juego, se reconozcan sus reglas y se despierten el cuidado y la astucia necesarios. Este código se vendrá asentando en principios que permitan al alumno experimentar los límites de la libertad real y la inmensidad de la imaginación, de la ficción, a través de su cuerpo atravesando el espacio. Los primeros principios en este sentido son DAR, RECIBIR, CAMBIAR. Es también imprescindible que le despierte la comprensión de la necesidad del grupo para mejor desarrollar la singularidad, ir descubriendo las cualidades propias y colectivas que se retroalimentan. Tiene que estimular la destreza y la economía individual y colectiva y fortalecer una apertura e integración fluida en cada alumno, enseñarle a sugerir, a que juegue como si fuera otro, a encontrar el modo más fácil de hacer surgir lo más difícil, lo imposible tornarlo presente. En este sentido, lograr que los estudiantes se vayan haciendo conscientes de sus formas habituales y puedan modificarlas al servicio de las transformaciones que requiere el arte teatral; transmitir la vía de la composición de estructuras sobre las que se pueda improvisar y escribir, finalmente representar; conseguir que paso a paso se sientan preparados para salir a la escena disponibles, flexibles, abiertos, generosos y cada vez más sensibles y atentos al juego teatral, sus cuerpos libres de rigidez; servir de referencia en este emerger el alma del actor preparando sus capacidades singulares dentro de un grupo –esto es muy importante- y despertar en ellos este sentido crítico y festivo de la realidad que llegue limpiamente al público.

            El profesor acompaña al estudiante en su experimentación de principios mediante ejercicios transformados en juegos, que le sirvan para conocer, afianzar, pudiendo, ora ser concreto, ora dejarse llevar por el instinto sin miedo a errar o perderse. El pedagogo tiene la obligación de servir de red para que el estudiante no sufra daño y gane en confianza y firmeza, flexibilidad y sobriedad, plasticidad y, paso a paso, coraje, que lo lleve a la madurez vigorosa, sin perder nunca la fragilidad en este proceso, que dura toda la vida, de aprender a transmitir de manera eficaz y cuidadosa al público la infinidad de matices que la vida real alberga y regala si se la trata con el debido cuidado imaginativo. El teatro requiere candor y coraje como forma de agradecimiento. El pedagogo es pues como el lazarillo del ciego que se deja ir y aprende a ver con el ojo interior. Es el reconductor de los experimentos y riesgos que el estudiante toma, a favor del reconocimiento de las reglas de juego. Finalmente, ha de ser coherente en función de la finalidad de su labor: preparar al alumno para la actuación y la creación de ficciones interesantes partiendo de un estadio anterior a la escena, una calma, un placer, un sentido de la complicidad y el cuidado de las pequeñas modificaciones. La aventura del aprendizaje, a la larga es única, según cada participante. Dado que no hay voz que pueda abarcar lo real en su totalidad, la realidad ha de ser observada e imaginada sin tapujos para que pueda hablarse de arte teatral, han de encontrase soluciones efectivas adecuadas a la situación de ficción en que se indaga. Cuando esto ocurre el profesor participa en el aprendizaje, mejora.

            Mi interés y empeño como profesor de teatro es basar en estas claves mis relaciones con la tradición y la actualidad, enriqueciendo la experiencia viva que los alumnos aportan y descubren, y poniendo a prueba la solvencia de mi capacidad como transmisor.

 

EL TEATRO COMO UN SISTEMA DE SIGNOS

            La investigadora del teatro Erika Fischer-Lichte presenta éste como un sistema semiótico particular, cuyos signos, inspirándose en la realidad y retornando a ella, no tienen por qué funcionar sin más como signos reales. Así, dentro de su peculiaridad, el teatro puede ser analizado, transmitido y aprendido atendiendo a los diferentes signos que en él se ponen en juego, formando un código en relación con la actividad del actor. Éstos son: signos de la lengua (lingüísticos y paralingüísticos), cinéticos (mímicos, gestuales y proxémicos) y el aspecto (máscara, peinado y vestuario). Con estos elementos se nos presenta que “el actor A encarna al personaje B mientras el espectador S lo presencia.” A esto habría que añadir los signos espaciales (decorados, accesorios y luces) y los signos acústicos no verbales (ruidos y música). Me atendré a esta clasificación para presentar los objetivos y contenidos de mi proceder pedagógico.

 

LOS CINCO AMIGOS DE LA PREPARACIÓN ACTORAL

            Si aceptamos que el ser humano participa del mundo exterior, lo común, lo objetivo, podríamos llamarlo, y del mundo interior, su mundo, nuestra disciplina exige ponerlos en conexión del modo más vivo, despierto, fácil, elegante, específico y efectivo. De otra manera el sueño se disuelve y se reduce a intención, percepción subjetiva que se agota en sí misma.

            Para despertar esta conexión entre el afuera y el adentro en cada participante y en relación con el grupo, que ahora la gente dice Ensemble, como si la palabra Grupo no fuese suficientemente clara y precisa, me ayudo de estos instrumentos que sirven para descubrir las dimensiones del movimiento. Explico a continuación las razones.

            El BAMBÚ afina la atención táctil, hace consciente la presencia, la medida en movimiento, el sentido del equilibrio y la duración justa, la escucha en acción desde las pequeñas vibraciones, la distancia, la proyección y el contacto adecuados, despierta la voz desde la apertura a las sorpresas y el sentido de la composición, del juego con el compañero de escena.

            El GONG o CHIN despierta a través del oído el sentido, duración y precisión del movimiento, su adecuación, sensibilizando al actor y al observador para el juego de ecos o movimientos invisibles que se despiertan en otros niveles de percepción.

            La BOLA permite proponer numerosos ejercicios básicos, con múltiples variaciones que van surgiendo por sí, buscando la experiencia del cambio que se da entre dar y recibir, esa dinámica elemental del juego. Al igual que el BAMBÚ, es un instrumento especialmente útil para reconocer el momento justo en que surge la palabra.

            La PLASTILINA nos liga la imagen interior del propio cuerpo en su movimiento y reposo y su puesta en escena. Es imprescindible en la relación entre la improvisación y la escritura.

            Finalmente, el PANDERO funciona como una síntesis viva del juego, aprendido nivel a nivel.

 

INTENCIONES U OBJETIVOS DE LA ENSEÑANZA DEL CORO

            La asignatura se orienta a la preparación corporal y vocal mediante la iniciación al coro dramático en el primer curso, esto es, atendiendo al movimiento en el espacio común, al ritmo y al equilibrio en el espacio, de un despliegue de fuerzas que se encuentran y generan la acción. En una forma de continuidad con el trabajo previo del primer trimestre, se parte del recorrido por el silencio y la máscara neutra, fundamentos de la propuesta.

            En el segundo nos adentramos en las peculiaridades del coro en la tragedia.

            En ambos casos se trata de despertar al estudiante de teatro el placer de la elaboración artesanal de ficciones; estimular a través del movimiento conjunto e individual la percepción de la presencia, el placer y complicidad, aprendiendo a componer estructuras que permitan el desarrollo del juego; y adquirir una destreza y astucia que le permitan elevar su capacidad de juego, paso a paso, vértebra a vértebra, nivel a nivel.

            Es nuestro gran objetivo acompañar al estudiante en el reconocimiento de que el cuerpo no es un obstáculo para la imaginación.

            Para ello le ayudamos a valorar la importancia de todo y cada movimiento,  comenzando por las pequeñas sensaciones y vibraciones, su incorporación al conjunto, a la compañía, su duración, intención y realización o transformación. Damos valor a la confianza en el cuerpo libre de bloqueos y a la voz y su empleo fácil y preciso al servicio de la acción común, comenzando por los sonidos elementales del cuerpo: aliento, suspiros y onomatopeyas, a partir de los cuales se elabora el tratamiento sonoro hasta llegar a la palabra y sus múltiples posibilidades. Es nuestro interés que cada elemento y relación sirvan como germen de una escritura crítica con la actualidad, festiva y poética.

            La comprensión del coro a través de su experiencia como germen o matriz del juego teatral comienza con la formación del grupo y el valor de la improvisación como primer paso de la escritura.

            En el coro aprendemos a respirar juntos, escuchar en el silencio y latir en un mismo pulso, a comenzar una acción conjunta, tomar una misma dirección, desaparecer por distintas vías, reencontrarnos sorprendentemente, alcanzar un talante de intensidad común, ya que el ritmo es una matriz de la composición conjunta, del juego cómplice. En lo común vive lo singular.

            Una vez asentadas las bases de la formación del coro y su conservación y evoluciones, preparamos el descubrimiento del héroe y corifeo, como centros móviles en que descarga la acción.

 

¿QUÉ NECESITA UN ACTOR?

            Nos preguntamos ¿QUÉ NECESITA UN ACTOR? El actor necesita ser consciente de su manera de actuar habitual, ser capaz de encontrar un punto neutro dinámico, listo, disponible y luego, a partir de ahí, hacer, componer, estar preparado para expresar toda la gama de la humanidad, ser capaz de hacer lo que quiera, sin esfuerzo. ¿Y si no lo hace? Entonces lo sugiere. El actor se prepara y se entrega al arte de las transformaciones, de manera sensible y consciente mediante su ser, no sólo su cuerpo.

            ¿Qué significa o cómo se experimenta IR MÁS ALLÁ DEL CUERPO (dépasser le corps)?

            “El teatro viene de la vida real, pero es preciso que lo condenses”. El trabajo preparatorio tiene que combinar inteligencia, sensibilidad, sentido musical, fantasía, despertar y esa cualidad juguetona propia de los niños cuando hacen “como si” fuesen otra cosa. Monika dice: “We go through the body to go beyond the body – Il faut dépasser le corps. The inside and outside are connected.” [Atravesamos el cuerpo para ir más allá del cuerpo. Hay que traspasar el cuerpo. El interior y el exterior están conectados].

            Esta clave resulta fundamental para orientar nuestra experiencia de manera cada vez más específica. Los ejercicios se comprenden como juegos y, así, se reconducen a la vida tratada, imaginada. Es nuestro modo de enriquecer la realidad. ¿Tal vez de suspender el tiempo?

NOTA ACLARATORIA

            Siempre que digo actor digo actriz y casi siempre que digo actriz digo actor, por un doble principio. Uno, de economía verbal. El otro, porque me dedico al arte de la transformación, de la metamorfosis, y eso es lo que me empeño en transmitir. Aquí, en este terreno despejado y confuso, alguien ha sido, es, tal vez será todas las mujeres, cada uno de los hombres y, por supuesto, lo que entre medias se pueda haber dado o se vaya a dar.

 

 

 

 

 

Akademia Ruchu (La academia del movimiento): una retrospectiva en vivo

Con motivo del workshop dirigido por Zbigniew Olkiewicz, miembro de Akademia Ruchu, en la Escuela Internacional del gesto, el próximo 22 de Mayo, queremos presentaros parte de la trayectoria del grupo, centrándose en el intervalo que va de 1975 a 1982. Años, como sabemos todos, especialmente difíciles y grises en Polonia, y que AR logró inundar de arte, poesía, color. El texto que a continuación os presentamos fue escrito por Inés R. Artola con motivo de la inauguración en Balmaseda (País Vasco) de la exposición “Miradas: arte polaco contemporáneo”.

Olkiewicz, miembro de AR casi desde que fuera fundado Wojciech Krukowski allá por 1973, presentará el trabajo de este grupo pionero en Polonia en un sentido cronológico, efectuando así una suerte de relato histórico mediante el arte, ilustrando así la escena cultural en la que se movían así como el sencillo pero efectivo credo que perseguían. A caballo entre el teatro visual, de acción y la performance, Akademia Ruchu eludió la individualidad de los actores, prescindió de la palabra casi por completo, rechazó el discurso tradicional y en las personas que accidentalmente pasaban en el momento de sus intervenciones, econtró un público azaroso y, por eso, completamente sincero. Siempre críticos, siempre sutiles, sus trabajos son tanto un documento histórico como puramente artístico. Veamos algunos ejemplos.

Con AUTOBUS I (Varsovia, 1975) AR llegó al límite de la representación escénica: los actores, paralizados, escuchaban un ruido insoportable rozando el borde del sufrimiento ante la catártica mirada del público. Una propuesta radical e impactante que les colocó en un callejón sin salida ¿Qué hacer tras esto? El espacio escénico daba así muestras de sus limitaciones: AR dio el paso decisivo y salió a la calle.

AUTOBUS II (Wetlina, 1975), fue la primera acción realizada en exteriores en un inspirador objet trouvé: un autobús abandonado en una carretera comarcal. AR rendía así homenaje al famoso cuadro de B. W. Linke, un espeluznante y metafórico autobús plagado de personajes de un mundo que más bien era (¿es?) un inframundo. El público, a partir de entonces y casi siempre, comenzará a serlo de forma accidental: las acciones de AR aparecerán en espacios abiertos, muy a menudo sin previo aviso, buscando el encuentro fortuito del público con el arte. En este caso, los pasajeros de los coches que atravesaban la carretera y que veían al pasar este viejo autobús abandonado lleno de personajes petrificados. Una imagen fugaz clavada en la retina.

EUROPA (Varsovia, 1976) se basaba en el poema de mismo título escrito por A. Stern en los años 30. Un relato desgarrador de la sociedad contemporánea resumido en punzantes palabras que los miembros de AR portaban en pancartas. Las telas se abrían con energía, se acercaban rápidamente a la cámara , para luego ser estrelladas contra el suelo. Así, hasta completar todos y cada uno de los versos. Una lectura inquieta e inquietante. Poesía en movimiento burlando la censura.

HAPPY DAY (Varsovia, 1976) fue una acción de color. En pleno centro de la ciudad, en la calle de la universidad, atestada de viandantes, los actores aparecían de diversos puntos en un momento determinado ataviados con ropas de colores, eliminando fugazmente el gris: acá, una novia, allá un soldado de rosa, y así diferentes personajes. Sincronizados, y con la misma rapidez que surgían, volvían a esconderse y a devolver a la calle su tono neutro, pero ya diferente, como consciente del mismo….

POTKNIĘCIE (“Tropiezo”, Varsovia, 1976) era un registro en video de una zona transitada de la ciudad, en un punto de encuentro. El suelo, aparentemente liso, hacía tropezar a las personas en un mismo punto, a veces de una forma descarada, casi cómica. A la gente que allí se encontraba con este “fenómeno inexplicable” al principio le brotaba una sonrisa, luego se entablaba el diálogo. Qué extraño que un lugar tan plano provoque estas caídas…

TEATR MIEJSKI W ŁODZI (“Teatro local en Lódz”, 1977) fueron varias acciones diseminadas por la ciudad. La novedad, para el público de allí, era de nuevo el no saber cuándo actuaban ni qué pasaría exactamente. Una de las más poéticas y sencillas consistió en limpiar las ventanas de los vagones de los tranvías que se detenían en las paradas. Ventanas que nunca estaban limpias, porque nadie se tomaba la molestia de limpiar. Grises como el resto. Sucias porque tal vez no haya que mirar. El actor, desde fuera y sin hablar se aproxima al tranvía y empieza a limpiar cuidadosamente una ventana. La persona dentro, sentada, mira curiosa y finalmente su rostro parece que agradece esa “transparencia” inimaginable.

PIECHOTA (“La infantería”, Świnoujście, 1977) en una ciudad destino de vacaciones para familias obreras, AR diseñó una acción prolongada a lo largo de varios días. Tres estatuas que representan a una familia, en gris, aparecen un día en mitad de la calle, separados unos de otros: la madre, el niño, el padre. Poco a poco avanzan los días. Cada día se encuentran más cerca unos de otros. Los turistas comienzan a encariñarse con las estatuas. Llegan a limpiar el suelo alrededor, a tomarse fotografías con ellos. Se familiarizan, nunca mejor dicho, y esperan su siguiente movimiento. Pero el día planeado del encuentro familiar, se prohibió que las esculturas estuviesen en la calle. Era el día nacional. Tuvieron que reunirse, así, en un interior, dentro de una casa. La familia gris mira impertérrita por la ventana, encerrada, rodeada de banderas polacas y adornos.

TERRARIUM HOMINE ( Świnoujście, 1977) fue otra acción en esta ciudad de vacaciones organizadas por las fábricas del país. Esta vez se trató de “competir” con un carromato checo que traía como atracción en su interior la muestra de animales exóticos. Akademia Ruchu situó su carromato, su terrarium, justo al lado del checo. Pero en su interior, en lugar de animales, había personas. Personas, prototipos según su procedencia y profesión: allí permanecían sentados, comiendo, en silencio, hablando, fumando, durmiedo. El público, tras pagar la entrada, pasaba al interior de la furgoneta para poder admirarlos. Con el paso de los días resultó que esta caravana de AR tuvo más éxito y colas que la checa con sus animales. El hombre una rara especie de exposición, tal vez la que más.

CZERWONE I BIAŁE (“Rojo y blanco”, Varsovia, 1978). Durante el frío invierno varsoviano, cuatro miembros de AR diseñaron una sencilla coreografía a orillas del Vístula, en ese momento congelado, para las personas que, como todos los días, volvían en tranvía hacia sus casas. Cuatro personas abajo, corren a varios grados bajo cero sobre la nieve, portando dos bandas de colores, una blanca, otra roja. El encuentro fortuito con la poesía visual. Un público al azar que recibe un regalo un día cualquiera.

ENGLISH LESSON (Varsovia, 1982) es una acción de tiempos especialmente convulsos en Polonia. Con esta acción, Olkiewicz cerró su relato, no de modo casual pues, como en el principio, volvían a actuar en el escenario. Idénticos atuendos (alienantes trajes de chaqueta), sin palabras, música punk. En un desquiciante acelerando, repiten los gestos que compulsivamente se efectúan de modo inconsciente en el día a día. Vacuidad. Delirio gestual y musical.

Estas acciones de AR y las que siguen hasta la actualidad, a pesar de estar estrechamente unidas a los tiempos y al público, también los trascienden por su poesía y sencillez. No quedan exentas de sentido, a pesar del paso del tiempo. Y es que el arte, en cierto modo, es una forma de hacer política, una política que perdura.

Inés R. Artola (Málaga, 1979). Doctora en arte y musicóloga. Varsoviana de adopción desde 2004, compagina su labor docente con la crítica, la traducción y el comisariado de arte. En definitiva, se dedica a una de las primeras cosas que le enseñaron a hacer: leer, escribir y pensar (no necesariamente en ese orden). En artesvisuales.pl nos hablará mensualmente sobre lo que sucede en la escena artística actual en Polonia visto a través de una mirada extranjera

el actor y el cuerpo en movimiento

Primer workshop del año y primera alegría, 11 alumnos entregados y dispuestos para el trabajo actoral. Durante 8 días trabajamos en torno al cuerpo del actor y el movimiento. Movimiento en el espacio, en el tiempo, internos y externos, formas, gestos, acción-reacción, impulsos, relaciones espaciales…. Interpretación.

¿Por qué es importante el movimiento en la formación actoral? Esta fue la primera pregunta que lanzamos los profesores.

En teatro ningún movimiento debe ser mecanizado, todo movimiento es un gesto justificado. Justificar y dar un sentido dramático al movimiento, abordar la expresión del actor, partiendo del movimiento para descubrir su dimensión dramática y emocional es parte fundamental del desarrollo pedagógico de la escuela.

Partimos de la neutralidad, del equilibrio, de ese estado de disponibilidad, descubrimiento y apertura necesario como paso previo a la acción que siempre nos brinda la máscara neutra. La máscara neutra que se despierta, se despide y se reencuentra, que viaja a través de la naturaleza, que la descubre y la siente, que juega a identificarse con ella, a ser el río y la montaña, el mar y el bosque en llamas, el desierto y los valles . El inicio del viaje de la máscara neutra, que también es el inicio del viaje en la escuela, el inicio de la identificación, la trasposición dramática y la creación de personajes.

Y como telón de fondo el viaje de la inmigración, el éxodo humano, más cerca o más lejos de nuestros hogares, más dentro o más fuera de nuestras entrañas, pero que nos toca, nos conmueve y nos hace salir de nosotros para confrontarnos con el otro, para empezar el juego dramático de la vida, del teatro.

Pero volvemos al movimiento, siempre el movimiento, con su punto fijo, para descomponerlo, desmenuzarlo, analizarlo y vuelta a recomponerlo, a depurarlo y descubrir así su esencialidad, su economía.

El cuerpo humano, con sus movimientos y sus dinámicas, sus gestos y actitudes, como cuenco que recoge las emociones y los sentimientos de nuestros personajes.

Ya termina el viaje para todos; para unos pocos es solo el principio, los alumnos han viajado con nosotros y solo nos dejan una palabra justa y llena de sentido. GRACIAS

Mimo, el arte del silencio

El mimo moderno se apoya en el silencio como punto de partida y devuelve al gesto una importancia que los discursos habían enterrado.

El mimo vive en la profundidad del silencio, allí donde el gesto no reemplaza a la palabra.

El silencio da vida a miradas nunca vistas, a gestos todavía no ejecutados. En el silencio nace la calidad del gesto y la palabra. Es en el silencio donde se preparan los impulsos y las pulsaciones que organizan, en el espacio interior, los ritmos que emergen con urgencia.

El silencio está cargado de cualidades diferentes, dependiendo de que comience o termine una acción, un acto o una palabra. La urgencia de la acción que nos moviliza enteramente requiere un silencio favorable a esta acción. Es la acción la que obliga. El silencio de partida se une a la concentración que debe favorecer la acción que se producirá. El silencio después de la acción lleva a la reflexión, a la retención de uno mismo.

No hay conflicto entre la palabra y el silencio. El silencio ofrece a la palabra su calidad. La energía del silencio es la energía de la palabra.

Jacques Lecoq, el cuerpo y la máscara

Uno de los pedagogos más grandes de la escena universal muere en Paris el 19 de enero de 1999 a los 77 años de edad.

Jacques Lecoq ha sido lo que llamamos un maestro. Son raros aquellos que, como él, han abierto un camino inédito hacia lo desconocido; raros aquellos que han estudiado, analizado y acumulado con el único objetivo de transmitir.

“Jacques Lecoq es más que un profesor, es un maestro y, cosa rarísima, un gran pedagogo, es decir, aquel que abre un camino renunciando él mismo a seguirlo” dice Ariane Mnouchkine, directora del Théâtre du Soleil que estudió en su escuela en el año 1965. “Él está ahí  para recordar las leyes universales del teatro. Si éstas no se aplican no se hará más que literatura con un disfraz”Leer más…

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