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Itziar Pascual: yo no soy yo: mil voces me atraviesan

Yo no soy yo: mil voces me atraviesan

(Mitos, trasuntos y herencias culturales en la escritura dramática contemporánea).

Yo no soy yo (Mitos, trasuntos y herencias culturales en la escritura dramática) propone ser una aproximación práctica, vivencial y participativa a la herencia cultural y su presencia en el texto dramático.

Queremos habitar, de una forma consciente y contemporánea, todo ese caudal de historias que nos preceden. Porque no somos uno, sino muchos, atravesados por siglos de arte, literatura y pensamiento.

 

 

Itziar Pascual es dramaturga, pedagoga, investigadora y periodista. Es Doctora en Ciencias de la Información, por la UCM y titulada en Dramaturgia y Dirección de Escena por la RESAD. Es profesora de Dramaturgia en la RESAD desde 1999, miembro del Instituto de Investigaciones Feministas y del Grupo de Investigación de Teatro y Feminismos de la RESAD. Es Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia 2019. Es miembro del consejo de redacción de Primer Acto. Es autora de más de una treintena de obras publicadas, traducidas y estrenadas en diversos países, dirigidas a público adulto y familiar. Entre sus obras cabe destacar Mascando Ortigas (Premio ASSITEJ España), La vida de los salmones (Premio SGAE de Teatro Infantil) y Pepito (Premio Morales Martínez de Teatro Infantil). Como investigadora ha obtenido el Premio Victoria Kent de la Universidad de Málaga por ¿Un escenario de mujeres invisibles? y la beca de investigación Miguel Fernández de la UNED por su trabajo titulado Versos con faldas. Poetas españolas para la infancia y la juventud (2000-2015).

Sobre la obra de Itziar Pascual, ver: Itziar Pascual (contextoteatral.es)

 

Pablo Messiez: la escucha como herramienta para la escena

La escucha como herramienta para la escena

por 

Pablo Messiez

En “representación” solo dos letras de las catorce aluden al acto de repetir. Las otras doce se refieren a la acción de presentar. Sin embargo, “la terrible costumbre del teatro” hace que el coeficiente de presente vaya menguando bajo el peso de lo que ya está resuelto.

Ante este habitual peligro, la acción de escuchar resulta una herramienta poderosa para volver a estar ahí, y recordar que, ya que sin presente no hay teatro, el cuerpo debe estar siempre abierto a su imprevisibilidad, como un animal alerta escuchando el latido de las cosas.

En esta Masterclass, nos ocuparemos de la acción de escuchar y del misterio de su repercusión en el cuerpo. Reflexionaremos acerca de la idea de punto de escucha y de la relación entre sonido y sentido para luego hacer algunos ejercicios que pongan el foco en el acto de escuchar, no como medio para resolver una escena sino como modo para aceptarla como un devenir que nunca se termina de resolver.

 

 

DOCENTE

Pablo Messiez:

Debuta en 2007 como dramaturgo y director de Antes, una versión muy libre de Frankie y la boda, de Carson McCullers. En ese momento, Messiez llevaba ya más de 20 años sobre los escenarios como intérprete, participando en, entre otros, el espectáculo Un hombre que se ahoga de Daniel Veronese (versión de Las Tres hermanas de Anton Chéjov).

En 2010 estrena Muda (obra de su autoría con la que realizó dos temporadas en la sala Pradillo de Madrid). El Teatro Fernán Gómez lo convoca para inaugurar su nueva Sala Dos y produce Ahora en enero de 2011. Ese mismo año, estrena Los ojos, nueva obra de su autoría. En 2012 estrena en el Festival de Otoño en Primavera Las criadas, adaptación del clásico de Jean Genet, y lleva a escena Las plantas para la primera edición del Fringe Madrid.

En 2013 estrena en el Festival de Otoño en primavera Las palabras. En 2014 crea, por encargo del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, Los brillantes empeños, a partir de textos del Siglo de Oro español. En 2015 dirige La piedra oscura de Alberto Conejero (por el que recibe el Premio Max a la mejor dirección y mejor espectáculo) y estrena su texto Los bichos. Un año más tarde estrena La distancia, versión escénica de la novela Distancia de rescate de Samanta Schweblin, y dos textos propios: Ningún aire de ningún sitio y Todo el tiempo del mundo.

En 2018 escribe y dirige para la Kompanyia Lliure El temps que estiguem junts, que estrena en el Teatre Lliure (Premi de la Crítica Jove – Jurat Nova Veu 2018 a l’Espectacle) y es nominado a los premios Valle Inclán por su montaje de He nacido para verte sonreír. Este mismo año, estrena en el Teatro San Martin de Buenos Aires la versión escénica de Cae la noche tropical de Manuel Puig.

En 2019 es invitado por el Teatro de la Zarzuela de Madrid a dirigir su versión de La verbena de la Paloma y ese mismo año escribe y dirige Las Canciones. Su último montaje hasta la fecha ha sido Los días felices de Samuel Beckett para el Centro Dramático Nacional.

Ha publicado Asymmetrical-Motion; Notas sobre pedagogía y movimiento -en co-autoría con Lucas Condró-, Las palabras de las obras (recopilatorio de parte de sus textos), El tiempo que estemos juntos, Las canciones y El texto infinito, todos editados por Continta Me Tienes.

eusebio calonge: el silencio es un camino que se abre

 

El silencio es un camino que se abre.

 

¿Cómo lograr que las palabras no rompan el silencio sino que del silencio tengamos una apertura hacia las palabras?

Esa apertura se nos da cuando actuar es crear un tiempo propio, por decirlo de otro modo cuando actuamos en el espacio que nuestra propia imaginación crea. Un tiempo orgánico, cuya duración es la continua acción, la vibración emocional constante. Esta que es la fuerza motriz del teatro, necesita del irradiar esa energía para apagar el ruido y abrir un canal de silencio para la escucha.

La escucha con todos los sentidos, con toda la disposición del ser, de la palabra que engendra en la imagen el movimiento. Esa acción que es la esencia del pensamiento dramático. Pero también la escucha de las imágenes que se nos revelan, que vienen, como brotadas de un sueño, y que se agrupan más allá de una organización lógica y que hacen que la palabra sea entonces una consecuencia.

No son dos movimientos contrarios, el partir de la palabra y la palabra como consecuencia, sino simultáneos.

Exploraremos entonces en ese territorio donde palabra e imagen confluyen,  donde se produce entonces ese silencio sonoro, primordial para nuestra gravitación actoral.

Trabajaremos desde las percepciones, como materia experiencial que la imaginación articula, distintos modos de abordar un proceso creativo que contenga el latido del misterio, la carnalidad del espíritu, el propio palpitar que es lenguaje teatral.

Un trabajo siempre delicado, íntimo, gestado en el clima de los ensayos, que no se dirige, no tienen ahora como fin la horizontalidad de la obra al público, sino en darnos los allí convocados en un liturgia de verticalidad. “No hay teatro si antes no se ha abierto la escena para una relación con el dios” dijo Calasso. Es sólo así que podremos encontrar ese silencio que nos abre el mundo.

Eusebio Calonge

Dramaturgo de La Zaranda desde hace tres décadas, con quienes ha representado sus obras en prestigiosos teatros y festivales de más de treinta países en cuatro continentes y de la nueva compañía La Extinta Poética. Siendo premiado por la crítica de Buenos Aires, Nueva York, El Cairo, La Habana, Montevideo, Madrid o Barcelona…Recibió con Zaranda el Premio Nacional de Teatro en 2010. Ha impartido cursos y dictado conferencias en Universidades como la de California o Mirail de Tolouse, Bienal de Venecia, CCBB de Río de Janeiro, Instituto Cervantes de Nueva York y un largo etcétera … Su obra dramática ha sido publicada por editoriales españolas, norteamericanas o francesas. Ha publicado una obra narrativa con su dramatis personae completo hasta el momento: “Aquí Yacen”. Dos libros de teoría teatral, “Orientaciones en el desierto” y “Teoría y práctica de lo incierto”. A si mismo ha escrito artículos para Diarios y revistas especializadas. Sus obras han sido representadas por otras compañías de Francia, Estados Unidos, Argentina…

TEATRO DE MÁSCARAS por RAQUEL RACIONERO y DANIEL LLUL

 

¿Tiene sentido continuar haciendo teatro con máscaras en el siglo XXI?

DANI:

Dejando aparte los meros ejercicios de estilo que contribuyen a mantener viva la tradición del teatro de máscaras, los cuales me parecen necesarios como parte de nuestra cultura, creo que nunca hemos dejado de utilizar las máscaras hasta el día de hoy. Quizás no son las mismas que las de hace cien o quinientos años, pero si echamos una mirada al teatro contemporáneo veremos como el enmascaramiento del cuerpo sigue siendo un código intrínsecamente ligado a un teatro en el que quizás el texto no es el vehículo fundamental mediante el que se cuenta una historia. Un texto genera la sensación de que el actor atesora un montón de información acerca del personaje, su pasado, por ejemplo, el subtexto o lo que no dice. Hay otra herencia teatral que viene de ese mundo psicológico. La máscara, la transformación o el uso del cuerpo exige, en cambio, un aquí y ahora. El actor comparte todo lo que tiene en ese momento sin guardarse nada para sí. Eso favorece otro tipo de conexión viva y presente con el público que sigue siendo hipnótica y necesaria en el siglo XXI.

 

RAQUEL:

Actualmente los géneros, estilos y dramaturgias teatrales se mezclan. Las máscaras, los objetos, las imágenes se entremezclan con los textos. Las máscaras forman parte de todas estas propuestas. Puede haber espectáculos de máscaras pero, sobre todo, hay máscaras en los espectáculos. Forman parte de los múltiples lenguajes teatrales con los que podemos encontrar soluciones en escena.

 

 

¿Qué aporta la máscara a un actor que no necesariamente vaya a utilizarla en su trabajo, por ejemplo, audiovisual o dramaturgias contemporáneas?

 

DANI:

Yo creo que hay que partir de la base de que la máscara no solo es un objeto. En la tradición italiana, por ejemplo, la máscara significa el personaje, es decir, todo el cuerpo, una manera de moverse, de estar en el mundo, un universo de pensamiento complejo que implica una manera de reaccionar. Cuando asimilamos esa forma de trabajar, menos intelectual o psicológica, somos plenamente conscientes de todo lo que hacemos ante el que observa y encontramos un potente motor para desarrollar nuestro oficio de interpretación en la situación que sea. El espectador no tiene por qué saber que estamos trabajando músculos, sensaciones, imágenes, etc. Interpretará lo que ve desde un punto de vista emocional gracias a la dramaturgia.

 

RAQUEL:

Las máscaras son una herramienta pedagógica muy valiosa en la formación y el entrenamiento de actores y actrices, sea cuál sea después la trayectoria profesional que vaya a tener. En el audiovisual, por ejemplo, aunque parezca que son caminos opuestos pues las máscaras nos sirven para ampliar y crecer en la expresividad corporal y emocional, pueden aportar un control en la descomposición del gesto y de la acción y en ser conscientes del juego de proyección del rostro. La máscara te obliga a jugar a favor de cámara, a ser consciente de dónde mira, de mostrar la emoción controlando cada parte del cuerpo.

 

Un consejo para un alumno que se enfrente por vez primera a una máscara.

DANI:

Que se libere del misticismo y de todo tipo de romanticismo. La máscara es una herramienta de trabajo liberadora y hay que dejarse llevar y ser libre. A menudo, y más en el gremio actoral, tenemos tendencia a juzgarnos y un miedo atroz al juicio de los demás acerca de lo que estamos haciendo, un respeto desmedido hacia nuestras herramientas y métodos de trabajo que nos impiden zambullirnos sin ambages en lo que significa ser actores, que es, ni más ni menos, jugar a ser alguien que no somos. Has venido a jugar y esta máscara es un ‘juguete’ precioso.

 

RAQUEL:

Síguela, déjate llevar. Déjate transformar por la máscara. Será liberador. Quizás al principio te agobie, te sientas perdido o perdida. Entonces, no te comas la cabeza, sigue su forma, transforma tu cuerpo. Por ahí encontrarás el camino, por ahí te darás el viaje.

 

Raquel Racionero

Diplomada en la Escuela Internacional de Teatro Jacques Lecoq de París. Se forma también con Philippe Gaulier y con Théâtre du Mouvement en París. Anteriormente con Agustín Bellusci, Pablo Pundik, Jorge Saura, Fabio Mangolini, Santiago Sanchez, Will Keen, Esteban Roel, Antonio del Olmo, Josehf Estela, KT Niehoff, etc.

Trabaja entre España y Francia, con diferentes compañías y géneros teatrales, desde el teatro de objetos a la improvisación teatral.

En España, desde hace 15 años desarrolla su trabajo en teatro de marionetas y objetos con la Compañía Títeres Mambrú, con la que actúa en “Fabula Fabulosa”, “El Dragón Tragaletras” y “Rojaflor”. Con la compañía La Máquina Real, de teatro clásico con títeres, en “El Esclavo del Demonio” , “Lo Fingido Verdadero” (estrenada en el Corral en el Festival de Almagro 2010 y obra que abrió Titirimundi 2011), y “La Selva sin amor”, texto de Lope de Vega , estrenada en el Festival de Almagro en 2020 y actualmente en gira.

Actualmente forma parte del elenco de la obra “La primera noche de los niños-pájaro”, ganadora del Premio Teatro en Confluencia 2020 y coproducida por las compañías La Tartana, Sol y Tierra y Tropos Teatro, especializadas en teatro de títeres y objetos.

En Francia trabaja con la compañía de títeres y objetos Histoire d’Eux, con el espectáculo “Dans la bouche”; y con la compañía L’Atelier de la Berlue, creando y actuando en el espectáculo “Hisse et Hop!”, actualmente en gira.

Miembro fundador de la compañía Impromadrid Teatro con la que crea y actúa en diversos espectáculos de improvisación teatral (Chup Suey, Teatruras, etc.) Participó con esta compañía en festivales y encuentros internacionales de improvisación.  Y fue actriz en el espectáculo de máscaras de creación colectiva “La Donna è Mobile” dirigida por Fabio Mangolini en co-creación con Impromadrid.

Ha participado en diferentes festivales, encuentros y proyectos internacionales de improvisación teatral, como el proyecto europeo “Our Lives”, cofinanciado por la Unión Europea. Actualmente forma parte de la compañía francesa de improvisación Crache-Texte, y es coatch en el Trophée National d’Improvisation.

Diplomada en Educación Social, desarrolla proyectos socioculturales y educativos a través del teatro con diferentes colectivos sociales.

 

Dani Llull 

Actor especialista en improvisación teatral, comedia gestual y teatro con máscaras, formado en España y en Italia.

Comenzó su andadura teatral en Alcalá de Henares, desarrollando una labor dinamizadora del teatro comunitario local durante más de diez años en colaboración con las instituciones de la ciudad. En esta etapa, forma parte de diversos colectivos en los que también comienza su formación teatral básica en interpretación, dirección y dramaturgia (Légolas Colectivo Escénico, El Clavo teatro, Teatro Muérdago Duelos y Quebrantos).

Se doctora en Biología por la Universidad de Alcalá (2000) y ejerce como investigador científico en España y Francia durante seis años, en los que continúa con su vocación teatral hasta que abandona la carrera científica para volcarse en su formación con Teatro Asura y la Escuela de Impro de Impromadrid Teatro, el International Gag Institute de Esteban Roel e Yllana y, finalmente, acudiendo a la Escuela Internacional del Actor y la Máscara de Fabio Mangolini en Italia (2007-2009). Asimismo, es especialista en Esgrima escénica formado con el maestro Jesús Esperanza (2013-2019).

Tras su formación, comienza su carrera profesional formando parte de diversas compañías de improvisación de Madrid, entre las que destaca Impromadrid Teatro, con la que participa en múltiples formatos teatrales que han viajado a festivales internacionales de Europa y Latinoamérica y siendo profesor de improvisación en su escuela desde 2010.

En estos primeros años, compagina la improvisación con la creación de espectáculos propios o como coordinador de creaciones colectivas que dan como resultado varios espectáculos estrenados en Madrid entre los que destacan: La Rueda (2009, actualmente en proceso de reestreno), No me acuerdo (2013), Mentira Cochina (2014), Opening (2016) y Cardiopatías (2016).

También en esa etapa, forma parte del cuarteto vocal a capela Primital Bros. con el que estrena diversos espectáculos: Tutto per Gina (2010), The Hole (2012) y El experimento (2015).

En estos últimos años, su actividad se ha centrado más en el teatro clásico trabajando en registros más cercanos a su formación en Comedia del Arte con compañías como Ensamble Bufo, Los Olvidados Fundación Siglo de Oro con los que sigue actuando regularmente por toda España.

Continúa colaborando activamente con Fabio Mangolini en Seminarios Internacionales sobre la Comedia del Arte y la técnica de la máscara teatral y en espectáculos teatrales centrados en la máscara entre los que destacan JOB (2013) La Bancarrota (Acrónica Producciones, 2015), La Rueda Los Engañados (en preparación).

 

 

 

Taller de escritura: organizar el pesimismo por Tamara Gutiérrez

Organizar el pesimismo, Tamara Gutiérrez.    

 

“El símbolo de nuestra era es la conservación de un bosquecillo querido por Goethe dentro de un campo de concentración”, escribe el filósofo George Steiner haciendo referencia a ese bosque de hayas, testigo de los paseos de Goethe y Schiller, que acabó convirtiéndose en campo de prisioneros. A través del símbolo de la supervivencia de uno de sus árboles, Steiner reflexiona sobre la incapacidad de la sensibilidad y el conocimiento de resistir ante la sinrazón asesina. Este fallido antagonismo entre cultura y barbarie ha sido una de las bases fundamentales de la que ha partido nuestro trabajo en el taller Escribir ante la barbarie. Convencidos, sin embargo, de que la palabra puede y debe hacer algo frente a la misma.

Han sido muchos los temas en los que la idea de barbarie ha cristalizado materializándose en las escenas escritas cada semana. Los textos se han acercado a la guerra, al racismo, a la pobreza…etc. También, especialmente, a la violencia contra las mujeres en sus múltiples formas. Sin embargo, y a pesar la inevitable sensación de tristeza, si hay un concepto que nos ha acompañado durante las ocho semanas, es paradójicamente el de esperanza. Desarmados ante la pregunta sobre cómo representar esas violencias, la búsqueda del lugar susceptible de convertirse en ventana a la esperanza ha guiado la escritura.  Ha sido también nuestra respuesta a todos los espectáculos cruentos, tan presentes en nuestro día a día, que parecen querer crear un consenso sobre la imposibilidad de alternativas.

Un teatro ante la barbarie debe, recordando las palabras de Benjamin y de Juan Mayorga, organizar el pesimismo inoperante y reaccionario. Si bien es necesario acercarnos al abismo de la violencia, también lo es protegernos de su luz cegadora. No hacer de la escritura un espejo que refuerce el estado de las cosas y su apariencia irrevocable. Sólo podemos pensar políticamente a condición de que neguemos la irreversibilidad de la catástrofe, de que exista un lugar desde el que poder imaginar otros mundos posibles. Defendamos la ficción como ese lugar.

 

Taller de escritura: volver a mirar por QY Bazo

Volver a mirar

Reflexionar sobre el punto de vista es algo que nos viene rondando desde hace años. Como autores, nos hemos visto obligados a contestar a la pregunta ¿desde dónde cuento esto? Esta decisión puede cambiar radicalmente el tono de una obra, su orientación, el sentido, todo. Entonces, ¿qué pasa si en vez de aquí nos ponemos allí? Hicimos un taller con Roland Schimmelpfennig en el que preguntó qué pasaría si contásemos la historia de un muyahidín como una historia de amor. Alguien que ama tanto a Dios que mata por él y para él (o ella, oiga). ¿Qué pasa si miramos desde allí?

            Inevitablemente, esta reflexión también nos ha hecho darle vueltas a la recepción de la historia que buscamos contar. ¿Qué queremos que suceda en la mente del espectador? ¿Cómo queremos que se sienta? ¿Cuál debe ser su situación de escucha? ¿Cómo ser más precisos en la imagen? ¿Cómo densificar la palabra? Teatro significa literalmente lugar para mirar. Miramos lo que acontece ante nosotros, lo que estalla en nuestro interior, pero también miramos a quien nos mira. Sanchis siempre dice que el espectador, si no es intelectual, seguro que es inteligente, y anima a contar con él, a desafiarlo, a obligarle a escuchar con atención, a darle deberes que se lleve a casa. El espectador proyectará su propia historia sobre la nuestra, hará conexiones esperadas e inesperadas porque tiene su propio mundo interior, es libre, emancipado en el sentido que defiende Rancière. Si no confiamos en él y le masticamos la historia, la colocamos en el lugar que espera, le planteamos el dilema y le abrimos la puerta para que la cruce, ahora sí, él solito, nos acercamos a una zona de peligro que Mamet definió como “el riesgo de la obra social”. Básicamente: decir al espectador que está en los cierto, que puede irse a casa tranquilo y satisfecho porque está del lado correcto.

            El riesgo sobre el que nos advierte Mamet puede sortearse desplazando el punto de vista. Mirando desde otro sitio, apuntando la lupa en otra dirección. Esta apertura en la escritura nos lleva a nuevos sitios y códigos, a veces fantásticos y fabulares, nuevas calidades, nuevos miradores desde los que volver a mirar nuestras historias.

            En el taller compartimos estrategias que nos ayudaban a desorganizar la mirada, a dislocarla. Nos apoyamos en el teatro, por supuesto, pero también en la narratología, en la pintura, en la literatura, en la filosofía. Nos divertimos, jugamos mucho con el punto de vista, y quizás esa sea la idea más importante que trabajamos. Divertirte con la escritura. Explorar. Buscar a Ícaro.

QY Bazo

Taller de teatro cómico: los cuatro caminos de la risa por Andrés del Bosque

CUATRO CAMINOS PARA LA RISA

Estos talleres van en busca de la risa perdida, se alejan del sistema victimario en el que vivimos para reiniciarnos en el sistema de la gracia. Cuando se pierde la cultura de la risa, inspirada por Dionisos y Baubo en el oficio teatral, imponiéndose la seriedad razonadora de Atenea y la formalidad apolínea, pierden su fuerza las técnicas del éxtasis, el placer de la catarsis y la vía mimética de las máscaras, quedando relegadas a un escenario privado, el juego, la risa y el amor.

En la teatralidad social de occidente se ha instalado una seudo-religión, el dogma neoliberal, que tiene su propia santísima trinidad: crecimiento económico, libre comercio y globalización, padre, hijo y espíritu santo. Es un poder divino infalible, sabe lo que es bueno para nosotros y, en aras de nuestra salvación, lo impone. En esto consiste su seriedad, en la santa defensa de unos privilegios.

El cuerpo estrafalario del bufón. Su esqueleto carnavalesco, resiste el cuerpo frígido, encarcelado y mortificado que el neoliberalismo en su última etapa mórbida no cesa de zombificar. La risa y el sistema de la gracia acaban con el reino milenario de la desgracia y de la resignación, es el cuerpo femenino de la risa que extrae del propio cadáver de la seriedad, el abono que regenera y produce los primores de lo cómico.

El cuerpo bufonesco como hipérbole, ha creado extensiones y puentes que resuenan en el discurso del uni-verso, modificando así el flujo opresor, desobedeciendo las órdenes de un régimen atiborrado de palabras-gendarmes, que conducen al patíbulo. L

a plegaria de las bufonas y la afasia del clown rompen la continuidad del sometimiento al imperio de la palabra y la razón, para construir un multi-verso donde lo cómico y lo cósmico se diferencian solo por una “s”.

La risa perdida aparece cuando se descubre que el payaso de espectáculo está ligado al payaso ritual, al bufón sagrado, y entonces el clown recupera su función: la de provocar la conciencia cómica, que permite no quedarse entrampado en una fe jerárquica o en unas creencias dominantes, cualquiera que ellas sean. Las bufonas han vuelto para incitar una política del mundo al revés.

El propósito de este viaje a través del bufón, el clown, la máscara y el melodrama es descubrir la risa tras toda construcción seria, por trágica y dramática que ella se presente, con el propósito de desmontar los falsos privilegios y las falsas jerarquías, aportando así al oficio del comediante, del actor y de la actriz, del juglar y de la juglaresa, la esencia transgresora de un oficio que se mueve en las fronteras, entre el arte de hacer llorar y el arte de provocar la risa.

Esto dejara en evidencia la Confederación de los Agelastas, gárgolas contra la risa y la utopía o santo oficio del mortal aburrimiento. Sistema victimario y de la culpa que permite, vigilar y castigar, para defender privilegios. Voluntad que se opone seriamente al carácter revulsivo de la risa, porque lo cómico regenera el mundo y lo transforma.

El aporte del payaso incide en un teatro animista, humanista y animalista. Dota de espíritu, ora y dialoga con las sillas, los paraguas, las cachiporras y las tartas. Se transforma como un chamán en cacatúa o pretende ser un león y saltar por el aro. Presenta el mundo en que vivimos sin representarlo, rompe todas las convenciones teatrales mostrando que todo estilo es un acuerdo, todo privilegio es provisorio, toda jerarquía es una hipótesis y se salta con frecuencia la frontera entre actor y espectador.

Los payasos aportan una dramaturgia descuartizada, hecha de pedazos similares a un teatro de feria y varietés, cuyos números y trozos se buscan para crear el sentido de la fábula, así como los cuerpos descoyuntados y artificiosos de las actrices, que en danza macabra, reúnen sus huesos para presentar su historia frente al público, tal como en el Mito del Cuerpo desmembrado.

A esto apunta el trabajo del clown: Lo que se imita es el modelo divino narrado en el mito de los orígenes. Y la paradoja consiste en que el recuerdo despeja el futuro y desarrolla el carácter visionario. La teatralidad del clown es adivinatoria.

En el melodrama integramos pasado y futuro al presente a través de tender puentes entre el sueño y la vigilia. Los mecanismos que disfrazan las ideas reprimidas en el sueño tienen como tarea inmediata conservar dormido al sujeto, no despertar su conciencia.

La vía del bufón es exactamente lo contrario: se encamina a despertar todo lo reprimido, para mostrar las causas concretas de la represión, eliminando la culpabilidad y el pecado. En este sentido, es un insomne antirreligioso.

Risa y llanto, tragedia y comedia forman el eje vertical que transitan estos espíritus chocarreros.

Del mismo modo en que los mitos permiten vivir a la comunidad integrando sus contradicciones en el relato de su existir, así mismo, la función cómica del payaso es capaz de condensar como en los sueños una resolución de los conflictos de la vigilia.

Por ello su poética es visionaria y decisiva para la armonía de la comunidad.

He aquí un mapa para viajar por estos territorios

EL BUFÓN

En esta nueva Edad media, con el Castillo de los Privilegios defendido por una policía Global y una guerra preventiva, los bufones sagrados, bajan el puente levadizo y celebran La Fiesta del Papa de las Burlas, para ver caer las falsas jerarquías, ahuyentando el miedo con la risa que revela nuestras propias jorobas y claudicaciones. Algunos bufones se hacen favoritos del rey y se bajan los pantalones para hacer reír, otros van con el cipote en ristre o con bufonas que ponen el mundo patas arriba con la sonrisa vertical. Estas bandas y cofradías son las de los bufones sagrados. Una revuelta permanente.

EL CLOWN 

El clown no está ligado a la suerte de un sargento de caballería de la reina de Inglaterra llamado Phillipe Astley. Su risa se remonta a tiempos inmemoriales, al origen eufórico del mundo y es común a los indios Hopis, a los clowns tibetanos, a los Cucurches del Perú, a los Kollones de los indios mapuches, a las payasas de las Islas Rotuma, al Hellequin normando y al Arlequín de la Comedia del Arte. Es más que un estilo, está más allá de todos los estilos, es un sujeto en proceso, un carnaval, una polifonía sin reconciliación posible, una revuelta permanente.

LA COMEDIA DEL ARTE

La Comedia del Arte es una tradición que nos llega hoy día a través de Dario Fo, Giorgio Strehler, Amleto Sartori, luego Antonio Fava, Carlo Bosso y así podríamos seguir. Pero desde luego está en Moliere en Lope de Rueda en Lope de vega en Shakespeare y en la pintura de Jacques Callot o Recueil Fossard. Conociendo sus principios habiendo estudiado con sus antecesores y con algunos maestros de la tradición no queda más remedio que reinventarla. Este principio metodológico nos asegura el respeto por una tradición viva que ni aún eruditos y grandes dramaturgos como Goldoni jamás han podido embalsamar.

EL MELODRAMA

En la imaginaria escuela de Monsieur Dumas se aprende el oficio que desata el efecto lacrimógeno. El placer de llorar nos permite mover nuestras emociones del enfrentamiento trágico con lo divino al drama humano. La madre que abandona su hijo porque no lo puede alimentar, el minero que descubre en la prostituta a su propia hermana, el payaso que hace reír mientras su corazón llora. La narración patética. El llanto y la risa dialogan en el melodrama como si una melodía los armonizara.

ANDRES DEL BOSQUE

Andrés Del Bosque es director de la Tribu Imaginaria, Doctor en Artes Escénicas con su tesis “En Busca de la Risa perdida”, Aportaciones del Clown a la Teatralidad, expuesta el 16 de noviembre de 2016 obtiene un Sobresaliente Cum Laude.

https://www.educacion.gob.es/teseo/mostrarSeleccion.do.

Ha sido profesor de la RESAD (Real Escuela superior de Arte Dramático Madrid) durante más de siete años dirigiendo numerosos montajes de egreso poniendo a los estudiantes de último año, en contacto con el medio profesional a través de sus enseñanzas.

Es licenciado en Dirección teatral en la ESAD de Murcia en el año 2011 y Master en Artes Escénicas, pero antes de todo esto, es un cómico de la legua, un saltimbanqui y un payaso.

La Tribu Imaginaria se consolida en Europa cuando se empiezan a reunir personas que provienen de distintas “tribus” y diversas culturas, unidas por visiones comunes y “Oráculos” que plantean enigmas que sólo pueden descifrarse recorriendo un camino imaginario, un sendero que sigue la huella de Tespis, de los cómicos de la legua, del loco de carnaval, de la escuela de bufones sumergida por los Borbones y alimentada por la cofradía de los payasos sagrados iberoamericanos.

Una Breve trayectoria de este bufón que investiga la Risa en lo Sagrado y las relaciones entre teatro y circo nos lleva a México donde ha sido invitado en tres ocasiones a la ENAT para dirigir montajes de clown para el Día de difuntos, para el ciclo de la Pasión y como miembro de la Asociación internacional de Escuela Superiores de Teatro (AIEST). Dirige Talleres en Caracas Escuela Nacional de Circo, en Quito, en Londres, en España, en Dinamarca, Colombia, Brasil, Chile, Venezuela, Costa Rica, El salvador, México, Italia, Estados Unidos, Inglaterra, España, Bélgica, Egipto. Director y autor de uno de los hitos del teatro chileno “Las siete vidas del Tony Caluga” Premio Municipal de dramaturgia 81, Premio Fundación Nacional de la Cultura 84, Premio Eugenio Dittborn Universidad Católica 87, Premio teatro infantil ACHITEJ 91 Premio Asociación de Periodistas de espectáculos 94. Premio de la crítica 95. Del 1991 al 2002, se desempeña como profesor de actuación y movimiento, en las Escuelas de Teatro de la Universidad de Chile, Universidad Arcis, Universidad Finis Terrae y Universidad Mayor de Temuco.

Trabaja en cine y televisión ganando el premio al mejor actor en el festival de cine de Bogotá del 87. Se forma en el Teatro experimental de Cali, Colombia con el maestro Enrique Buenaventura. Estudia Clown, Bufón, Melodrama y se especializa en la escuela del maestro Philipe Gaulier en Londres. Cursa la Scuola dell Attore Cómico y de la Commedia Dell’Arte con el maestro Antonio Fava, en Reggio Emilia, Italia. Realiza estudios con Vladimir Kriukov, director del Teatro de Clowns ucraniano de Mimikrychi

Laboratorios de escritura dramática

LA PALABRA TRASLÚCIDA por Eva Redondo

De la crisis que lleva padeciendo el drama desde finales del siglo XIX dan cuenta numerosos autores (Szondi, Abirached, Sarrazac, Lehmann, entre otros), sin embargo, como herederos de aquella forma de hacer, parece que nos resistimos a abandonar ciertos procedimientos. Es habitual (y escalofriante) que aún se entienda, en determinados círculos, que el teatro es el arte de contar historias. Este pensamiento empequeñece el hecho teatral porque prioriza la fábula sobre cualquier otro elemento y nos conduce al control y al orden de nuestro material.

El control supone una intervención anticipada sobre todos los componentes que conformarán el texto. Se manipulan de antemano para no dejar cabos sueltos que puedan interpretarse de una de manera distinta a la que fueron concebidos. En estas propuestas, se huye del hallazgo inesperado. Sin embargo, la historia de las artes y de las ciencias está llena de ejemplos que demuestran que el imprevisto y la casualidad juegan un papel más que relevante en el proceso de creación. Cuando escribimos de este modo, empujamos la acción de los personajes, les obligamos a tomar decisiones que juegan a favor de la coherencia y la verosimilitud de la trama, les conducimos hacia un final que hemos prefijado sobre un folio… Nos relacionamos a latigazos con nuestras obras, como si quisiéramos domarlas, domesticarlas.

Por otro lado, pretender ordenar los acontecimientos supone someterlos al yugo de la lógica racionalista. Según este paradigma, los acontecimientos guardan un orden cuando conseguimos esquematizar sus cambios bajo la lógica causa-efecto. Esta teoría pretende explicar el mundo sin tener en consideración la inestabilidad de la materia, el desequilibrio o la constante evolución de las partículas. Aplicado a la dramaturgia, la asunción de este enfoque supone considerar que el universo de la obra se comporta de manera estable y previsible. Los personajes, además, están llenos de razones que justifican sus comportamientos y no se tiene en cuenta la naturaleza contradictoria, impulsiva, imprevisible y frágil de los seres humanos. Sin embargo, las leyes del Universo se rigen por un orden más complejo: el caos. Es esta concepción caótica del mundo la que contempla la aparición de la catástrofe.

Aceptar la idea de que el universo está contenido en un sistema que funciona de forma sofisticada nos permite elaborar textos más orgánicos que contemplen lo inesperado, la incoherencia y la complejidad del mundo. Estos textos huyen de lo evidente y no pretenden explicar la naturaleza de los acontecimientos, sino dialogar con lo inefable. Se tejen mediante palabras que reclaman la presencia de un otro para completarse. A lo largo de estas sesiones de taller, nos cuestionaremos cómo podemos potenciar ese espacio borroso y traslúcido que necesita de la imaginación ajena para colmarse de sentido.

taller de teatro social

Me piden desde la escuela de teatro en Madrid, EIG, que desarrolle una breve descripción sobre lo que es el Teatro Social. ¡Casi nada!, teniendo en cuenta que el Teatro Social es un gran abanico bajo el que se encuentran multitud de técnicas y herramientas teatrales con unas características muy diferentes entre sí y a la vez un denominador común.
Casi nada, además, siendo consciente de que cada grupo o persona que se adentra, profundiza y trabaja desde y con el Teatro Social o de los Oprimidos, lo hace desde su personal y único punto de vista. Desde su inevitable subjetividad.

¿Reflexión teórica?,
¿suerte de ensayo aclaratorio? …
Nada de eso me surge ahora.

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En este punto, descubro que lo que verdaderamente significa para mí el Teatro Social o Teatro de las Oprimidas tiene mucho que ver con el sentimiento y estado con los que salí del primer contacto que tuve con este modo de hacer.
Así que, tiro de memoria, y me adentro en un primer taller intensivo de fin de semana que me acercó, hace ya muchos años, a este maravilloso, liberador y enriquecedor mundo del Teatro Social.

Juego, juego, juego y más juego. Juego ausente de juicio. Juego conmigo misma, pero también con el grupo de personas con las que me reúno y de las que desconozco todo, excepto su apariencia física presente.
Apertura y entrega máximas, abrazando la vulnerabilidad.
A partir de aquí, y de la mano de la persona facilitadora, movemos nuestros cuerpos, nuestras cabezas y nuestra imaginación, y creamos imágenes e historias sobre las opresiones que todas vivimos, descubrimos puntos en común, diferencias individuales.
Gracias a este “hacer” puedo revelarme tal cual soy y a la vez diluirme en el grupo. Grupo que empatiza y acoge, incondicionalmente.

Grupo que te hace de espejo y que te recuerda lo político que hay en todas nuestras cotidianidades, en todo lo que nos rodea. La política hecha arte. El arte de lo político.

Liberador el reconocer que tu sentir nunca es en solitario. Tus vivencias, tus ausencias, tus anhelos, tus desvelos, lo son también de los otros. Hay algo que nos une y a la vez algo que es personal. Lo personal es un tesoro en el grupo. Lo grupal es un bálsamo para el individuo.

Poder mostrar con el cuerpo, con el silencio y la palabra, con la risa y el llanto situaciones que me pasan, que nos pasan, y sentir que las personas que lo reciben están en ese mismo punto, te convierte en inmortal. Te convierte en una persona poderosa y capaz.

Se diluye la frontera entre actuar y observar, entre estar sobre el escenario o en la butaca. Dos caras de una misma moneda. Todos actuamos, todos observamos. Todos somos “espect-actores” y “espect-actrices”.
Estando en el otro lado del escenario, siendo público, siendo espect-actriz, lograr debatir y actuar con desconocidos, lograr reflexionar sobre la sociedad que me rodea, mis propias experiencias y ver en mí, o en otros, que hay otras formas posibles de enfrentarse al miedo, a la incertidumbre, a las dificultades… es algo que no sé describir con palabras: comunicación verdadera, quizá. EMPODERAMIENTO, sin duda.

Sentimiento y creación de comunidad, impagable, en este sistema que nos quiere individuales, aislados y sin capacidad de crear ni de imaginar.

—————————–

Aquél día, al acabar ese minitaller que dio comienzo a una nueva etapa en mi vida, tuve la certeza de que nunca más estaría sola ni perdida. Tenía el Teatro Social y allá donde fuera, estuviera con quien estuviera, habría un cobijo en el que guarecerme y poder sentir, expresar y transformar la realidad con los demás. Esa es mi breve definición de lo que es el Teatro Social; ¡la encontré!.

¡Suerte infinita que tuve!

Todas las personas somos creadoras. Todas las personas necesitamos, por el mero hecho de ser humanas el expresarnos y el imaginar, el compartir y el construir y transformar.

El arte al servicio de la gente.

Termino con una frase del padre del Teatro De las Oprimidas, AUGUSTO BOAL:

“El Teatro del Oprimido
es el que crea espacios de libertad,
para que la gente imagine y piense en el pasado,
en el presente
y pueda inventar el futuro y no esperar por él”.

El teatro nace cuando el ser humano descubre que puede observarse a sí mismo y, a
partir de ese descubrimiento, empieza a inventar otras maneras de obrar.

VIRGINIA DEL POZO PARA

Danza Butoh

Con motivo del Workshop de Danza Butoh que se va a llevar a cabo en nuestra escuela de teatro, queremos compartir un breve ensayo escrito por Nataliya Andru que dirigirá este workshop.

Puedes participar en nuestro workshop un fin de semana al mes. info@escuelainternacionaldelgesto. com
+INFO

LOS ABISMOS DEL TIEMPO
Somos reclutas obstinados de causas cuyos orígenes se pierden en la oscuridad.”
Pascal Quignard
“No hay presente. Está mal informado quien se crea contemporáneo de sí mismo.”
Mallarmé

Pausamos.
El ejercicio de danza que practicamos trataba de improvisar, hacer pausas y seguir. En pausa prestamos atención a lo que sigue sucediendo en el marco corporal y espacial como sensaciones físicas, ecos de movimientos que acabamos de realizar, en pausa observamos la forma del cuerpo con más precisión y cómo nuestra danza ha resonado en el espacio, leemos con más nitidez lo que acaba de ocurrir y la información que sigue brotando. En pausa nos damos cuenta que el movimiento sigue: micro movimientos que ocurren gracias al desequilibrio, tensión y relajación muscular, la respiración, el bombeo de la sangre, el latido del corazón, impulsos, etc. La pausa es un respiro necesario para que la comunicación tenga sentido. El coreógrafo Stephen Batts dice que la pausa no es una herramienta para nuestra danza, es un fundamento para nuestra danza.
Pausar lleva a pensar en una escucha más sutil, más fina, en estar en contacto con lo que sigue ocurriendo. Podemos decir que la pausa es nuestra danza la más lenta. Y, sin lugar a dudas, con muchísima práctica podemos estar en contacto más profundo con los procesos que ocurren dentro y fuera del espacio corporal moviéndonos a la velocidad de un guepardo que corre detrás de su presa. Pienso en estar en contacto con como estar presente, como implicarse en lo otro.
Una comunicación con sentido supone tener una parte de la atención volcada en el espacio, tanto dentro como fuera del cuerpo. Para estar presentes necesitamos estar en relación con algo, alguien, con lo otro. Esto permite ensanchar nuestras posibilidades experienciales y tocar el mundo con nuestra danza. Podemos decir que estar presente es comprometerse a fondo con un proceso. Estar presente tiene que ver con la presencia, no con el tiempo presente. “El presente carece de presencia” escribe Pascal Quignard en Abismos, la presencia es un manto que acoge tiempos dispares.
En este libro el escritor francés derrama páginas sobre el tiempo como un abismo: el pasado y el porvenir que “se vierten constantemente uno en el otro”, sobre el tiempo que designamos como una unidad de medida pero que se convierte en algo que no podemos medir. Quignard escribe que el infortunio consiste en creer en el presente, el infortunio es el cuerpo que niega que el pasado pueda afectarlo. Porque el pasado es una fiera que acecha al hombre y lo perturba. Negando el pasado y viviendo en el instante huimos de toda retrospección, de todas las diferencias, de todo pensar (pensar como extrañar, dividir, decidir, orientarse en el espacio – procesos que requieren que algo de nosotros caiga en lo que fue). Pensar, en latín noesis, quiere decir “extrañar”. Extrañar es ver, es intentar acercar lo que ya no está, lo que se perdió y cuyos fragmentos invaden. Jonathan Martineau en sus seminarios de Butosofía invita a pensar en el espacio y sentir en el tiempo: aquí y ahora como portal donde se manifiestan el tiempo y el espacio, donde florecen las memorias.
Ceñirnos al aquí y ahora, fijar el tiempo, decir yo, nombrar… es intentar detener un río que corre. Si el movimiento es un desplazamiento, este sería imposible de realizar en el tiempo que llamamos presente. En un solo desplazamiento ocurre inmensa cantidad de procesos que involucran atisbos y resquicios tanto de lo que ya pasó como de lo que pasará, una masa informe imposible de ajustar en un tiempo concreto. Como la palabra que pronunciamos y que ocupa nada más que un instante, es un instante que se pierde en lo lejano, en un Había una vez – hicieron falta miles de años de vida humana para que esta palabra salga de nuestras gargantas por primera vez. El instante es el resto de algo que nos precedió. Como el recién nacido que es un “recién venir de lo anterior”: “Ninguna vida psíquica puede nacer sin la ayuda de otra vida psíquica anterior. Una vida anterior ancestral sueña para el recién venido, antes de su venida, la existencia de una vida psíquica comparable a la suya. De este modo hay un recién venir de lo anterior que llega de lo anterior.” (Quignard)
La palabra presencia viene de presentia, que en latín significa “acercamiento”. Lo que se acerca cuando estamos presentes es el antaño, un tiempo perdido, lo ausente, lo que hemos olvidado, aquello que escapa del lenguaje, lo innombrable, lo inmemorial pero que sin embargo sigue habitando en la oscuridad del cuerpo. Gaston Bachelard en El agua y los sueños nos invita a aumentar nuestra realidad con una buena dosis de irrealidad, y pensamos que agarrándonos al presente sería difícil aumentar la realidad. La dinámica de los sueños tiene que ver con los hechos que saltan de un lugar a otro, de una época a otra, donde lo irreal es sentido común, es la dinámica que tiene que ver más con ese tiempo que surge de espacios desconocidos, con el tiempo como derrame. “El tiempo no está del lado de los hombres, sino del lado del surgimiento”, escribe el autor.
Quignard define el pasado como cumplimiento, el futuro como inminencia cercana y el presente como inminencia lejana. El presente está estrechamente vinculado con lo lejano, con lo que es imposible describir objetivamente, algo con lo que nos topamos sin cesar pero no podemos reconocer desde lógicas convencionales. Para los acadios, habitantes del Imperio acadio (siglo XXII a.C.), el porvenir camina detrás del hombre y lo que está delante nuestros ojos es el pasado. Lo que vendrá como una bestia salvaje, subirá como la lava de un volcán está detrás de nuestras espaldas; y lo que nos encara es todo lo que ya se ha vivido.
En El agua y los sueños, Bachelard cita a DÁnnunzio que dice que “los acontecimientos más ricos nos llegan mucho antes de que el alma se dé cuenta. Y cuando comenzamos a abrir los ojos sobre lo visible, ya éramos desde mucho tiempo atrás adherentes a lo invisible”.
La danza butoh nos invita a bucear en lo invisible desde la escucha, la atención, el movimiento volcados en un mundo imprevisible. Nos regala la posibilidad de abrirnos a los vestigios del misterio, a los secretos más fascinantes, a tener tiempos socialmente muertos para inclinarse hacia el antaño, para contemplar las ruinas y las grietas y hundirse en el tiempo como en los abismos del océano, para dejar de corresponder con la actualidad y surgir como hambre, desgarro, vértigo, caída, metamorfosis.

TEXTO . Nataliya Andru

FOTO: Peter van Heesen

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