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eusebio calonge: el silencio es un camino que se abre

 

El silencio es un camino que se abre.

 

¿Cómo lograr que las palabras no rompan el silencio sino que del silencio tengamos una apertura hacia las palabras?

Esa apertura se nos da cuando actuar es crear un tiempo propio, por decirlo de otro modo cuando actuamos en el espacio que nuestra propia imaginación crea. Un tiempo orgánico, cuya duración es la continua acción, la vibración emocional constante. Esta que es la fuerza motriz del teatro, necesita del irradiar esa energía para apagar el ruido y abrir un canal de silencio para la escucha.

La escucha con todos los sentidos, con toda la disposición del ser, de la palabra que engendra en la imagen el movimiento. Esa acción que es la esencia del pensamiento dramático. Pero también la escucha de las imágenes que se nos revelan, que vienen, como brotadas de un sueño, y que se agrupan más allá de una organización lógica y que hacen que la palabra sea entonces una consecuencia.

No son dos movimientos contrarios, el partir de la palabra y la palabra como consecuencia, sino simultáneos.

Exploraremos entonces en ese territorio donde palabra e imagen confluyen,  donde se produce entonces ese silencio sonoro, primordial para nuestra gravitación actoral.

Trabajaremos desde las percepciones, como materia experiencial que la imaginación articula, distintos modos de abordar un proceso creativo que contenga el latido del misterio, la carnalidad del espíritu, el propio palpitar que es lenguaje teatral.

Un trabajo siempre delicado, íntimo, gestado en el clima de los ensayos, que no se dirige, no tienen ahora como fin la horizontalidad de la obra al público, sino en darnos los allí convocados en un liturgia de verticalidad. “No hay teatro si antes no se ha abierto la escena para una relación con el dios” dijo Calasso. Es sólo así que podremos encontrar ese silencio que nos abre el mundo.

Eusebio Calonge

Dramaturgo de La Zaranda desde hace tres décadas, con quienes ha representado sus obras en prestigiosos teatros y festivales de más de treinta países en cuatro continentes y de la nueva compañía La Extinta Poética. Siendo premiado por la crítica de Buenos Aires, Nueva York, El Cairo, La Habana, Montevideo, Madrid o Barcelona…Recibió con Zaranda el Premio Nacional de Teatro en 2010. Ha impartido cursos y dictado conferencias en Universidades como la de California o Mirail de Tolouse, Bienal de Venecia, CCBB de Río de Janeiro, Instituto Cervantes de Nueva York y un largo etcétera … Su obra dramática ha sido publicada por editoriales españolas, norteamericanas o francesas. Ha publicado una obra narrativa con su dramatis personae completo hasta el momento: “Aquí Yacen”. Dos libros de teoría teatral, “Orientaciones en el desierto” y “Teoría y práctica de lo incierto”. A si mismo ha escrito artículos para Diarios y revistas especializadas. Sus obras han sido representadas por otras compañías de Francia, Estados Unidos, Argentina…

EL TRABAJO CON LA ILUMINACIÓN ESCÉNICA por ELSA MATEU

¿Qué hace un o una diseñadora de iluminación escénica?

 

Muchos artistas trabajan con la luz. No sólo iluminadoras o directores de fotografía, sino también artistas plásticos, arquitectas, interioristas, decoradores, y muchos más. Todos la representan o manipulan en sus obras de diferentes formas.

Para cualquiera de ellas, el primer paso es su observación y análisis en todas las situaciones posibles (natural, artificial, representada en teatro, pintura, cine, o cualquier otro medio, su comportamiento sobre diferentes superficies y materiales y su movimiento), así como la investigación de lo que ya se ha hecho y de lo que se puede hacer (recopilación de información sobre espectáculos, artistas, material técnico, escritos teóricos, etc…).

Para diseñar luces debemos, además, conocer perfectamente y ser capaces de adaptarnos a un concepto que va más allá del gusto subjetivo o de las aspiraciones artísticas personales: la puesta en escena, motor del espectáculo común a todo el equipo, al frente del que se sitúa el o la directora de escena.

La iluminación escénica tiene al menos tres características que la hacen especialmente compleja:

  1. La combinación entre lo abstracto de la idea y lo concreto del material con que la vamos a realizar. La luz es una herramienta intangible y en muchos casos indefinible. Es difícil explicar con palabras qué es lo que vamos a hacer con ella. Nos asusta no saber exactamente cómo va a resultar una escena de antemano (de hecho, no lo sabremos hasta que la veamos montada), pero nos vemos obligados a traducirla a planos, aparatos, ángulos, listas y números, y necesitamos suficientes conocimientos técnicos para ello.

  1. La dependencia de los otros elementos de la escena. La iluminación no es nada si no ilumina algo, y ese algo a veces es difícil de controlar. Los movimientos actorales, la situación y materiales de la escenografía, o las telas del vestuario, por ejemplo, determinan enormemente la iluminación. Cualquier cambio imprevisto en estos elementos puede hacer necesario modificar la posición, dirección o color de los focos, así como los tiempos de las memorias o los canales que las componen. Es importante saber cuánto puede afectar a la iluminación un cambio de última hora, pero debemos ser también lo suficientemente flexibles para aceptarlo si es posible, o si no, proponer una solución alternativa. El factor definitivo suele ser el tiempo del que disponemos: debemos valorarlo y preguntarnos si podemos dedicarlo a hacer una modificación imprevista, o si por el contrario lo necesitamos para alguna otra tarea prioritaria.

  1. Su cualidad temporal. La luz se hace durante el espectáculo. A diferencia del vestuario, por ejemplo, que debe estar totalmente terminado antes de que empiece la función, la luz empieza con ella. Aún acabado el trabajo de diseño y montaje, no existe hasta que se levanta el telón y no acaba hasta que se baja. En este sentido, la luz es una actriz más.

Para diseñar tendremos que pensar, analizar y tomar notas que poco a poco se irán convirtiendo en imágenes y después en datos concretos hasta que un día, por fin, veremos la escena montada. Además de ser capaces de imaginar cada efecto, tendremos que poder representarlo, documentarlo y hacerlo realidad. Necesitaremos dibujar bocetos y planos y clasificar gran cantidad de datos de varias formas diferentes, tanto para organizar nuestras ideas como para comunicarnos con los demás miembros del equipo.

Este proceso no es fácil, y la calidad del resultado depende mucho de nuestra capacidad de organización. Es importante desarrollar la imaginación visual, así como lo es también encontrar un sistema de trabajo que ayude a convertir lo imaginado en real y a evitar que se queden ideas por el camino.

Planas (2006) define así este papel:

“El diseñador de luces debe ser capaz de usar la luz para componer en el escenario imágenes que cambien y que expresen los valores de la obra, nos pongan de manifiesto el potencial visual de la escenografía, vestuario, maquillaje, provoque las respuestas deseadas en el público y cree una experiencia estética coherente.”

Y, a su vez, cita a Bill Williams:

“El iluminador será capaz de dar un resultado predecible y consistente en situaciones diferentes si usa un método sistemático de análisis:

  1. El iluminador debe saber qué es la luz y cómo quiere que se vea la obra a iluminar. Debe estar absolutamente familiarizado con el texto y con todos los requerimientos de la producción. Debe utilizar las cualidades de la luz y los objetivos de la iluminación escénica de forma que le permitan visualizar, verbalizar y definir su concepto de iluminación y sus intenciones.

  1. El iluminador debe comprender el funcionamiento de los diversos tipos de luminarias utilizándolos en diferentes posiciones (solas o en combinación). Debe saber qué efecto producen los diferentes ángulos de incidencia (frontal, lateral, contraluz…). Estos son los bloques a partir de los que se construye la iluminación, y el iluminador debe conocer de manera instintiva qué luminarias utilizar y desde qué dirección. Esto se consigue sólo con la experiencia.

  1. El iluminador debe saber cómo llevar a la práctica su diseño en un escenario real. Debe conocer el escenario en el que trabajará y los posibles emplazamientos de las luminarias. Debe saber qué equipo utilizar y dónde para conseguir llevar a la práctica la imagen que desea. Debe conocer los diversos métodos para iluminar, y escoger y aplicar aquellos que le permitan realizar su diseño y cumplir con el presupuesto asignado.

  1. El diseño de luces no es un arte solitario. El iluminador debe aprender a colaborar con los demás miembros de la producción, artistas y técnicos. La falta de habilidades en el terreno de las relaciones humanas puede hacer fracasar el mejor diseño de luces. El iluminador profesional debe preocuparse por el procedimiento y por los resultados, y debe saber cómo conseguirlos.”

Así, la luz no es un fin en sí mismo, sino que forma parte del conjunto de recursos que se integran en la puesta en escena de, entre otros, una obra de teatro, una pieza de danza, una performance, o un espectáculo musical.

Si trabajamos para teatro, el concepto general de la puesta en escena, el espacio, el texto, el movimiento actoral, la escenografía y el vestuario, el espacio sonoro y todos sus detalles, serán el punto de partida sobre el que imaginar. Si es danza, ópera o musical, el conocimiento de la partitura será además imprescindible. En cada caso concreto tendremos que hacer un trabajo previo de investigación para saber qué vamos a iluminar.

El papel del o la diseñadora de luces en una producción a veces no está claramente definido. Cada compañía tiene una forma de trabajar y, al integrarnos en un equipo por primera vez, puede suceder que no sepamos exactamente qué decisiones podemos tomar o no sobre aspectos que nos afectan de otras áreas, o incluso de la nuestra.

Somos una pieza dentro de un equipo artístico y técnico que trabaja con el objetivo común de poner en pie un espectáculo. Necesitaremos mucha información sobre todos los detalles de la puesta en escena para la que vamos a diseñar, y serán varias personas diferentes quienes tendrán que dárnosla. La comunicación con ellas será un factor determinante en el resultado final. Debemos conocer, además de las particularidades de sus diferentes trabajos, el lenguaje y los medios con los que comunicarnos a lo largo del proceso de creación, montaje y realización. Nuestra capacidad de integración y de entendimiento es fundamental y determinará la calidad del diseño.

Es importante tener claros los objetivos que debemos perseguir, saber en qué puntos concretos tendremos que tomar las decisiones últimas con toda seguridad, qué información necesitamos y de quién, y en qué puntos directamente no vamos a poder intervenir.

Nuestro trabajo está lleno de limitaciones, lo cual no significa que no haya espacio para la creación. Por el contrario, una vez conocidas éstas, es posible utilizarlas como marco dentro del cual desarrollar las ideas. En una producción las ideas deben enriquecerse mutuamente, y a veces es sorprendente como una limitación impuesta, que en principio parecía echar por tierra lo que habíamos imaginado, se convierte en la base de una nueva idea más interesante.

Necesitaremos saber de teoría y de técnica, pero también de teatro, danza, música, pintura, cine…. Es imposible diseñar sin conocer las herramientas, pero también lo es si no sabemos qué hacer con ellas.

Pero entonces, si nos piden un diseño de luces, ¿qué tendremos que hacer?

  1. Analizar las condiciones e investigar.

Hasta el último detalle.

En la primera fase de un proyecto la mayor parte del trabajo es de observación y recopilación de información. Es imprescindible conocer a todas las personas que forman el equipo artístico, y obtener de ellas toda la información posible.

El equipo artístico está compuesto por especialistas de varias disciplinas a la cabeza de las cuales se encuentra el o la directora de escena. Además de iluminación, escenografía, vestuario y caracterización, puede haber música original, espacio sonoro, danza, videoescena, etc. Dado que vamos a iluminar los espacios, personajes, movimientos y sonidos imaginados por esas personas, debemos ser capaces de comunicarnos con ellas para conocer todos los detalles y trabajar a favor de un objetivo común.

Si tenemos la suerte de llegar al proyecto en la primera fase de creación, es posible que podamos aportar ideas de base, pero si no es así y llegamos cuando muchas decisiones ya están tomadas, debemos situarnos y saber exactamente con qué contamos.

Debemos conocer en profundidad el texto, guion o partitura, así como el concepto general de la puesta en escena y las ideas de dirección. Analizaremos el espacio, la escenografía, el vestuario y cualquier otro elemento relevante, y a partir de este análisis podremos empezar a recopilar y clasificar información sobre cualquier referente que pueda darnos pistas o ideas para empezar a diseñar.

En esta fase es esencial observar y escuchar. Todos los equipos están formados por personas y en cada uno de ellos se dan diferentes relaciones y posibilidades. Podemos llegar a sorprendernos al darnos cuenta de que, a pesar de los aparentes desacuerdos con alguien, buscábamos lo mismo, aunque lo definíamos de diferentes formas. Si no es así, tal vez tengamos que renunciar a alguna de nuestras ideas o aceptar algo que no esperábamos, ya que las decisiones finales son responsabilidad de la dirección. Incluso en ese caso, ser flexibles y utilizar de forma creativa las ideas ajenas para mejorar el conjunto siempre será mejor que cerrarnos en banda e intentar imponer las nuestras a toda costa.

  1. Traducir las ideas a imágenes.

La luz no puede construir una imagen por sí sola. Siempre necesita un soporte, un material en el que reflejarse para que podamos percibirla. Por lo tanto, siempre iluminaremos algo. Ese algo puede ser un espacio vacío (en cuyo caso iluminaremos el suelo y las paredes), puede ser humo, agua o algún otro material en suspensión en el aire (que determinará la forma de la luz y su composición), o bien personas y objetos. En cualquiera de estos casos, la luz nos servirá para revelar o esconder formas, colores, texturas y movimientos de lo iluminado. Lo importante es saber qué queremos revelar y qué queremos esconder y cómo, y para ello debemos observar, analizar, e ir guardando en nuestro archivo mental la mayor cantidad posible de imágenes.

Las ideas de iluminación son difíciles de definir verbalmente. Es complicado explicar a alguien con palabras qué es lo que queremos hacer con la luz, por lo que, a la hora de trabajar en equipo, es fundamental encontrar una forma de expresar visualmente lo que imaginamos.

Si manejamos algún visualizador como el WYSIWYG o cualquier otro, tendremos muchas ventajas, ya que podremos convertir nuestras ideas en imágenes fácilmente comprensibles para el resto del equipo.

Si no, puede ser por medio de apuntes, bocetos, storyboards, una maqueta, fotografías, clips de video, o incluso objetos encontrados o manipulados que nos ayuden a transmitirlas. En un primer momento este medio puede ser impreciso, pero debe ser rápido y directo, y servir para comunicar una imagen de forma inmediata. A medida que avance el proceso, podrá ser más elaborado.

  1. Traducir las imágenes a datos técnicos.

El siguiente paso será convertir esas imágenes en planos y listados.

Podemos hablar durante horas de la maravillosa atmósfera que queremos conseguir, incluso podemos dibujarla o hacer una maqueta para visualizarla aproximadamente, pero la idea más genial no existe hasta que se hace. Si queremos ver esa atmósfera en un espacio real y poder reproducirla lo más fielmente posible tantas veces como sea necesario, tendremos que aprender a convertirla en un montón de datos técnicos necesariamente muy exactos.

Para ello necesitamos conocer el espacio en el que nos movemos, el material con el que contamos y su funcionamiento, y un sistema técnico para organizar y fijar los datos.

  1. Poner en pie el diseño.

Y además de todo esto, hay que hacerlo realidad. Hay que llegar al teatro y montar focos, grabar memorias y ensayar para que todo esté en su sitio el día del estreno.

En esta fase ya tendremos todos los detalles del montaje (que habremos planificado conjuntamente con la dirección técnica del teatro), y trabajaremos directamente con su equipo técnico. Es importante que conozcamos el trabajo de cada una de las personas que lo componen y que podamos comunicarnos con ellas de forma fluida.

  1. Algunas sugerencias.

Aunque suene obvio, para aprender a iluminar hay que iluminar, hay que arriesgarse y equivocarse. La teoría es muy importante, pero sólo la entenderemos completamente cuando la pongamos en práctica. No se puede aprender sin la experiencia de montar una y otra vez focos de verdad en escenarios reales con personas de carne y hueso.

Por otro lado, hay que ser conscientes de que en esta profesión los errores siempre se cometen en público. No sabremos exactamente cómo va a funcionar nuestro diseño hasta que lo montemos y grabemos memorias, así que habrá que tomar muchas decisiones de última hora incluso en el ensayo general o en el estreno. A veces no habrá tiempo para rectificar, y tendremos que asumirlos a la vista de todos. Sólo con la práctica podremos aprender a tomar las mejores decisiones en cada momento.

Las primeras veces hay que tener mucha paciencia con uno mismo para no desesperarse, pero no hay otra solución que insistir, aprender de lo que ha salido mal y disfrutar lo que ha salido bien. Con la experiencia y un poco de suerte cada vez nos equivocaremos menos y aprenderemos nuevos recursos para futuros montajes.

Referencias

PLANAS, Jordi. El lenguaje de la luz en escena (Iluminación para luminotécnicos). Documentación del alumno. ESTAE 2006.

 

Este artículo es parte del primer capítulo del Manual de Iluminación Escénica que estoy en proceso de escribir, y que se editará a finales de 2021.

Elsa Mateu

Taller de teatro documento: Kabul y teatro documento por Mar Gómez Glez

Kabul y teatro documento

La noticia de que ochenta y cinco personas han muerto en un ataque terrorista en Kabul ha pasado casi desapercibida en nuestros medios y opinión pública. El espanto es aún mayor, cuando más allá del titular, una lee y descubre que la mayoría de muertas y heridas, ciento cuarenta y siete, eran niñas en edad escolar.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-57015307

El coche explotó en una escuela cuando las niñas salían del colegio. Kabul es la capital y la ciudad más grande de Afganistán. El atentado se produjo el ocho de mayo. Cuatro días después las tropas españolas salían del país después de permanecer allí durante diecinueve años. Esta noticia sí salió en los noticiarios. Al menos, yo la vi en la televisión. Escuché cómo un alto cargo del ejército se congratulaba de la labor llevada a cabo en el país y lamentaba las pérdidas de sus compañeros. No hubo ninguna referencia al atentado.

Estoy segura de que la labor de nuestras tropas fue encomiable, ¿pero cuatro días después de esta masacre no hay ninguna referencia, ningún resquemor por dejar a la población civil todavía asolada por crímenes como este? Todas sabemos que si la nacionalidad de las niñas hubiera sido otra, estaríamos llorando su muerte. Sin embargo, tenemos suficiente con los vaivenes de la política nacional, la evolución del coronavirus, la entrada de España en la lista verde británica o la historia personal de Rociíto. Todos estos temas merecen mi máximo respeto. Pero desde que me enteré de este atentado –porque no me enteré el día que sucedió, si no unos cuantos días después- a un colegio de niñas en edad escolar no salgo de mi asombro.

Un asombro horrorizado como el que sentí la primera vez que escuché hablar del proyecto del dramaturgo y director de escena Milo Rau, “The Congo Tribunals”. Esta obra, de la que hablamos largo y tendido en nuestra clase sobre teatro documento representa un juicio en el Congo. Digo “representa” por no encontrar un término mejor a tan ambiciosa y encomiable obra. Milo Rau, escandalizado por la indiferencia de la comunidad internacional a los crímenes contra la humanidad y la violencia establecida en el Congo tras el genocidio en Ruanda, decidió montar su propio tribunal internacional. Contó con jueces de las Corte Internacional de Justicia de la Haya, llamó a declarar a ministros, a testigos de las matanzas y los jueces emitieron un veredicto. Nada de esto contaba con respaldo oficial. Fue una representación. Una obra de teatro sin texto. Curiosamente, esta obra de teatro sí tuvo consecuencias políticas y algunas personas que testificaron en el juicio tuvieron que abandonar sus cargos por presiones sociales.

De la obra nació una película que puede verse en streaming. Aquí dejo el tráiler.

https://www.youtube.com/watch?v=Y0mDGH2JmYw

Hay otros célebres ejemplos en donde el teatro, el cine o el arte, ha salido en defensa de los olvidados allí donde ni la política, ni la justicia, ni la opinión pública miraban. El teatro documento, heredero del teatro político de Piscator nació de esta vocación de denuncia y, a la vista de la triste actualidad que nos rodea, no está de más volver a recordarlo.

MAR GÓMEZ GLEZ

Taller de escritura: organizar el pesimismo por Tamara Gutiérrez

Organizar el pesimismo, Tamara Gutiérrez.    

 

“El símbolo de nuestra era es la conservación de un bosquecillo querido por Goethe dentro de un campo de concentración”, escribe el filósofo George Steiner haciendo referencia a ese bosque de hayas, testigo de los paseos de Goethe y Schiller, que acabó convirtiéndose en campo de prisioneros. A través del símbolo de la supervivencia de uno de sus árboles, Steiner reflexiona sobre la incapacidad de la sensibilidad y el conocimiento de resistir ante la sinrazón asesina. Este fallido antagonismo entre cultura y barbarie ha sido una de las bases fundamentales de la que ha partido nuestro trabajo en el taller Escribir ante la barbarie. Convencidos, sin embargo, de que la palabra puede y debe hacer algo frente a la misma.

Han sido muchos los temas en los que la idea de barbarie ha cristalizado materializándose en las escenas escritas cada semana. Los textos se han acercado a la guerra, al racismo, a la pobreza…etc. También, especialmente, a la violencia contra las mujeres en sus múltiples formas. Sin embargo, y a pesar la inevitable sensación de tristeza, si hay un concepto que nos ha acompañado durante las ocho semanas, es paradójicamente el de esperanza. Desarmados ante la pregunta sobre cómo representar esas violencias, la búsqueda del lugar susceptible de convertirse en ventana a la esperanza ha guiado la escritura.  Ha sido también nuestra respuesta a todos los espectáculos cruentos, tan presentes en nuestro día a día, que parecen querer crear un consenso sobre la imposibilidad de alternativas.

Un teatro ante la barbarie debe, recordando las palabras de Benjamin y de Juan Mayorga, organizar el pesimismo inoperante y reaccionario. Si bien es necesario acercarnos al abismo de la violencia, también lo es protegernos de su luz cegadora. No hacer de la escritura un espejo que refuerce el estado de las cosas y su apariencia irrevocable. Sólo podemos pensar políticamente a condición de que neguemos la irreversibilidad de la catástrofe, de que exista un lugar desde el que poder imaginar otros mundos posibles. Defendamos la ficción como ese lugar.

 

Taller de escritura: volver a mirar por QY Bazo

Volver a mirar

Reflexionar sobre el punto de vista es algo que nos viene rondando desde hace años. Como autores, nos hemos visto obligados a contestar a la pregunta ¿desde dónde cuento esto? Esta decisión puede cambiar radicalmente el tono de una obra, su orientación, el sentido, todo. Entonces, ¿qué pasa si en vez de aquí nos ponemos allí? Hicimos un taller con Roland Schimmelpfennig en el que preguntó qué pasaría si contásemos la historia de un muyahidín como una historia de amor. Alguien que ama tanto a Dios que mata por él y para él (o ella, oiga). ¿Qué pasa si miramos desde allí?

            Inevitablemente, esta reflexión también nos ha hecho darle vueltas a la recepción de la historia que buscamos contar. ¿Qué queremos que suceda en la mente del espectador? ¿Cómo queremos que se sienta? ¿Cuál debe ser su situación de escucha? ¿Cómo ser más precisos en la imagen? ¿Cómo densificar la palabra? Teatro significa literalmente lugar para mirar. Miramos lo que acontece ante nosotros, lo que estalla en nuestro interior, pero también miramos a quien nos mira. Sanchis siempre dice que el espectador, si no es intelectual, seguro que es inteligente, y anima a contar con él, a desafiarlo, a obligarle a escuchar con atención, a darle deberes que se lleve a casa. El espectador proyectará su propia historia sobre la nuestra, hará conexiones esperadas e inesperadas porque tiene su propio mundo interior, es libre, emancipado en el sentido que defiende Rancière. Si no confiamos en él y le masticamos la historia, la colocamos en el lugar que espera, le planteamos el dilema y le abrimos la puerta para que la cruce, ahora sí, él solito, nos acercamos a una zona de peligro que Mamet definió como “el riesgo de la obra social”. Básicamente: decir al espectador que está en los cierto, que puede irse a casa tranquilo y satisfecho porque está del lado correcto.

            El riesgo sobre el que nos advierte Mamet puede sortearse desplazando el punto de vista. Mirando desde otro sitio, apuntando la lupa en otra dirección. Esta apertura en la escritura nos lleva a nuevos sitios y códigos, a veces fantásticos y fabulares, nuevas calidades, nuevos miradores desde los que volver a mirar nuestras historias.

            En el taller compartimos estrategias que nos ayudaban a desorganizar la mirada, a dislocarla. Nos apoyamos en el teatro, por supuesto, pero también en la narratología, en la pintura, en la literatura, en la filosofía. Nos divertimos, jugamos mucho con el punto de vista, y quizás esa sea la idea más importante que trabajamos. Divertirte con la escritura. Explorar. Buscar a Ícaro.

QY Bazo

Danza Butoh

Con motivo del Workshop de Danza Butoh que se va a llevar a cabo en nuestra escuela de teatro, queremos compartir un breve ensayo escrito por Nataliya Andru que dirigirá este workshop.

Puedes participar en nuestro workshop un fin de semana al mes. info@escuelainternacionaldelgesto. com
+INFO

LOS ABISMOS DEL TIEMPO
Somos reclutas obstinados de causas cuyos orígenes se pierden en la oscuridad.”
Pascal Quignard
“No hay presente. Está mal informado quien se crea contemporáneo de sí mismo.”
Mallarmé

Pausamos.
El ejercicio de danza que practicamos trataba de improvisar, hacer pausas y seguir. En pausa prestamos atención a lo que sigue sucediendo en el marco corporal y espacial como sensaciones físicas, ecos de movimientos que acabamos de realizar, en pausa observamos la forma del cuerpo con más precisión y cómo nuestra danza ha resonado en el espacio, leemos con más nitidez lo que acaba de ocurrir y la información que sigue brotando. En pausa nos damos cuenta que el movimiento sigue: micro movimientos que ocurren gracias al desequilibrio, tensión y relajación muscular, la respiración, el bombeo de la sangre, el latido del corazón, impulsos, etc. La pausa es un respiro necesario para que la comunicación tenga sentido. El coreógrafo Stephen Batts dice que la pausa no es una herramienta para nuestra danza, es un fundamento para nuestra danza.
Pausar lleva a pensar en una escucha más sutil, más fina, en estar en contacto con lo que sigue ocurriendo. Podemos decir que la pausa es nuestra danza la más lenta. Y, sin lugar a dudas, con muchísima práctica podemos estar en contacto más profundo con los procesos que ocurren dentro y fuera del espacio corporal moviéndonos a la velocidad de un guepardo que corre detrás de su presa. Pienso en estar en contacto con como estar presente, como implicarse en lo otro.
Una comunicación con sentido supone tener una parte de la atención volcada en el espacio, tanto dentro como fuera del cuerpo. Para estar presentes necesitamos estar en relación con algo, alguien, con lo otro. Esto permite ensanchar nuestras posibilidades experienciales y tocar el mundo con nuestra danza. Podemos decir que estar presente es comprometerse a fondo con un proceso. Estar presente tiene que ver con la presencia, no con el tiempo presente. “El presente carece de presencia” escribe Pascal Quignard en Abismos, la presencia es un manto que acoge tiempos dispares.
En este libro el escritor francés derrama páginas sobre el tiempo como un abismo: el pasado y el porvenir que “se vierten constantemente uno en el otro”, sobre el tiempo que designamos como una unidad de medida pero que se convierte en algo que no podemos medir. Quignard escribe que el infortunio consiste en creer en el presente, el infortunio es el cuerpo que niega que el pasado pueda afectarlo. Porque el pasado es una fiera que acecha al hombre y lo perturba. Negando el pasado y viviendo en el instante huimos de toda retrospección, de todas las diferencias, de todo pensar (pensar como extrañar, dividir, decidir, orientarse en el espacio – procesos que requieren que algo de nosotros caiga en lo que fue). Pensar, en latín noesis, quiere decir “extrañar”. Extrañar es ver, es intentar acercar lo que ya no está, lo que se perdió y cuyos fragmentos invaden. Jonathan Martineau en sus seminarios de Butosofía invita a pensar en el espacio y sentir en el tiempo: aquí y ahora como portal donde se manifiestan el tiempo y el espacio, donde florecen las memorias.
Ceñirnos al aquí y ahora, fijar el tiempo, decir yo, nombrar… es intentar detener un río que corre. Si el movimiento es un desplazamiento, este sería imposible de realizar en el tiempo que llamamos presente. En un solo desplazamiento ocurre inmensa cantidad de procesos que involucran atisbos y resquicios tanto de lo que ya pasó como de lo que pasará, una masa informe imposible de ajustar en un tiempo concreto. Como la palabra que pronunciamos y que ocupa nada más que un instante, es un instante que se pierde en lo lejano, en un Había una vez – hicieron falta miles de años de vida humana para que esta palabra salga de nuestras gargantas por primera vez. El instante es el resto de algo que nos precedió. Como el recién nacido que es un “recién venir de lo anterior”: “Ninguna vida psíquica puede nacer sin la ayuda de otra vida psíquica anterior. Una vida anterior ancestral sueña para el recién venido, antes de su venida, la existencia de una vida psíquica comparable a la suya. De este modo hay un recién venir de lo anterior que llega de lo anterior.” (Quignard)
La palabra presencia viene de presentia, que en latín significa “acercamiento”. Lo que se acerca cuando estamos presentes es el antaño, un tiempo perdido, lo ausente, lo que hemos olvidado, aquello que escapa del lenguaje, lo innombrable, lo inmemorial pero que sin embargo sigue habitando en la oscuridad del cuerpo. Gaston Bachelard en El agua y los sueños nos invita a aumentar nuestra realidad con una buena dosis de irrealidad, y pensamos que agarrándonos al presente sería difícil aumentar la realidad. La dinámica de los sueños tiene que ver con los hechos que saltan de un lugar a otro, de una época a otra, donde lo irreal es sentido común, es la dinámica que tiene que ver más con ese tiempo que surge de espacios desconocidos, con el tiempo como derrame. “El tiempo no está del lado de los hombres, sino del lado del surgimiento”, escribe el autor.
Quignard define el pasado como cumplimiento, el futuro como inminencia cercana y el presente como inminencia lejana. El presente está estrechamente vinculado con lo lejano, con lo que es imposible describir objetivamente, algo con lo que nos topamos sin cesar pero no podemos reconocer desde lógicas convencionales. Para los acadios, habitantes del Imperio acadio (siglo XXII a.C.), el porvenir camina detrás del hombre y lo que está delante nuestros ojos es el pasado. Lo que vendrá como una bestia salvaje, subirá como la lava de un volcán está detrás de nuestras espaldas; y lo que nos encara es todo lo que ya se ha vivido.
En El agua y los sueños, Bachelard cita a DÁnnunzio que dice que “los acontecimientos más ricos nos llegan mucho antes de que el alma se dé cuenta. Y cuando comenzamos a abrir los ojos sobre lo visible, ya éramos desde mucho tiempo atrás adherentes a lo invisible”.
La danza butoh nos invita a bucear en lo invisible desde la escucha, la atención, el movimiento volcados en un mundo imprevisible. Nos regala la posibilidad de abrirnos a los vestigios del misterio, a los secretos más fascinantes, a tener tiempos socialmente muertos para inclinarse hacia el antaño, para contemplar las ruinas y las grietas y hundirse en el tiempo como en los abismos del océano, para dejar de corresponder con la actualidad y surgir como hambre, desgarro, vértigo, caída, metamorfosis.

TEXTO . Nataliya Andru

FOTO: Peter van Heesen

del clown de circo al clown de teatro

¿Por qué el clown en una pedagogía de arte dramático?

Ser clown, es una profesión de fe, una toma de posición ante la sociedad y la vida: ser ese personaje concreto y conocido de todos, por el cual se siente un vivo interés en eso que no sabe hacer, allí donde es débil. Aquello que habitualmente escondemos el clown lo acepta y se muestra tal como es.

El trabajo con el clown exige una explosión, a menudo a la inversa de la lógica: pone en desorden un cierto orden y permite denunciar también el orden establecido. El clown falla donde nadie lo haría y acierta cuando no lo esperamos.

La pequeña nariz roja, “la máscara más pequeña del mundo”, da a la cara una expresión redonda, iluminando los ojos de ingenuidad y ampliando el rostro, desposeyéndola de toda defensa.

El objetivo es el de enseñar las técnicas de búsqueda del propio clown y con ello las claves de la comedia a partir de la personalidad de cada alumno. Esta búsqueda reside en la autenticidad; en la libertad de ser uno mismo y, aceptando esta verdad, provocar la emoción y la risa de los demás. Despojamiento y verdad son dos características fundamentales en la interpretación y que mejor sitio para transitarlas a partir del universo particular del clown.

La relación clown-público, la presencia escénica, el gesto y el cuerpo como instrumento y elemento expresivo, los ritmos y el tiempo del clown, la improvisación, la espontaneidad y el desarrollo de la imaginación y la fantasía son el núcleo central del trabajo en el que se utiliza la nariz roja como elemento fundamental de trabajo.

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Del mimo al clown de teatro: un poco de historia.

En la historia de la mima, el lenguaje jamás estuvo separado del cuerpo. La pantomima latina exige el apoyo de un recitador, o al menos de un libreto o argumento de la pieza. En la Edad Media, no se separa prácticamente nunca el gesto de la voz. Es a favor de una alteración semántica que hoy se designa bajo el nombre de mima a un teatro exclusivamente mudo. Esta costumbre se remonta precisamente al siglo XIX con la aparición de actores que no podían utilizar otro medio de expresión que no fuera el gesto y que interpretaban mimodramas donde toda palabra estaba eliminada. Aunque Deburau no fue el inventor del teatro mudo, fue a partir de él que la pantomima excluyó el uso de la voz. Se trata pues de una concepción relativamente reciente.

Fue en las ferias de Saint Germain y Saint-Laurent en las que nuestros cómicos encontraron, unidos a las proezas de los saltimbanquis, bailarines de cuerda, manipuladores y equilibristas, un espacio de creación aunque sólo fuera en períodos autorizados. La fama creciente del teatro de feria terminó por eclipsar a la Comedia Francesa. La “Vieja Dama” veía mal verse poco a poco desplazada por esos saltimbanquis. Los grupos de Alard, Maurice y Bertrand sacaron partido del forzado exilio de los italianos (excelente ganga), habiéndose apoderado de su repertorio, para gran alegría del público, encantado de volver a ver gracias a ellos, sino originales (difícilmente imitables), al menos copias honestas, incluso honorables. Ellos fueron durante mucho tiempo los únicos en cultivar el movimiento y la expresión dramática. Se les puede considerar como los verdaderos precursores de Deburau y de todos aquellos que después de él, se formaron en el teatro del gesto.

Los empresarios de las barracas de feria comienzan a instalarse en la zona de los bulevares de París y en 1816 se abre el teatro de Funámbulos que al principio no tenía derecho sino a exhibir bailarines de cuerda y equilibristas. Se podía igualmente presentar vodeviles, a condición de que fueran presentados con marionetas.
En 1830, por fin, el teatro de Funámbulos pudo presentar el vodevil con comediantes verdaderos. Fue entonces cuando Deburau dio sus primeros pasos.
La principal especialidad del Funámbulo consistía en pantomimas “pirotécnicas” con “cambios de visión”, disfraces y metamorfosis, combates de sables, fanfarrias, cambios militares y explosión en el cuadro final.

El personaje de Pierrot había sobrevivido mal que bien hasta que Deburau lo inmortaliza, al revolucionar su arte -creando un nuevo género de payaso-, convirtiéndolo en un tipo que no tiene nada que ver con el antiguo esclavo tradicional, el paria desheredado que asiste, taciturno y solapado a las locuras de sus amos. El eterno humillado levanta la cabeza. No se rebela en realidad, no busca tampoco cambiar el rumbo de las cosas. Es en otra parte donde se inscribe su protesta: en el silencio, en el fuego de los signos, en la ilusión disfrazada donde se afirma su adhesión al despertar general del mundo; lo atraviesa y lo provoca, se mofa y burla de él; lo demuele, le pone sentido a lo que no lo tiene y lo reconstruye a su manera, como sólo lo saben hacer los poetas y los niños.

La migración de los mimos más populares y sobre todo, la destrucción del Bulevar del Templo en 1862, marcaron el declive de la pantomima. Al concederles el derecho a la palabra, los mimos se dispersan, unos se enrolaron como clowns de circo, haciendo que tanto las técnicas como el espíritu de la Comedia del Arte entraran a formar parte del mismo, otros se hicieron comediantes o comenzaban a presentarse en provincias y en el Music-hall.
La vehemencia satírica de Dario Fo, cuyas obras están impregnadas de misterios medievales, en las que su mujer, Franca Rame, que forma parte de una familia con tradición de varias generaciones, ha aportado gran material artístico de la Commedia dell’Arte ; los magistrales cambios de personaje de R. Devos que nos recuerdan a los juglares; el discurso mordaz y feroz de un Leo Bassi, con el añadido atrevimiento de comerse sus “propios excrementos” en plena escena, transportándonos a la Fiesta de los Locos.

El circo fue quién dio al clown la categoría de oficio, dejando en sus pistas el recuerdo de payasos legendarios como Grock, Popov, los Colombaioni, con sus tradicionales técnicas y gags propios de los cómicos del arte, o, nuestro entrañable y genial Charlie Rivel.

Posteriormente, y no podía ser de otra manera teniendo en cuenta el carácter innovador de nuestros cómicos, invaden la industria cinematográfica. La riqueza y variedad de clowns en el cine, y sus aportaciones al mismo, es inmensa. Gracias a este medio, llegan a cotas de popularidad inimaginables hasta ese momento, como les sucediera a los pantomimos romanos. Chaplin y Keaton, provenían del music-hall el primero y del vodevil americano, el segundo. Ambos géneros teatrales eran parecidos, convirtiéndose en una fuente inagotable de recursos, gags y sketchs para sus películas –en las que lo hacían todo-. Les siguen Harold Lloyd, Laurel y Hardy, los hermanos Marx; Jerry Lewis, que ha heredado mucho de todos los anteriores e inventado cosas nuevas, teniendo la habilidad de ser auténtico y convincente en un estilo particularmente alocado e histriónico; Cantinflas, con su gran humanidad y al que no se le ha dado su verdadero valor; Woody Allen y, los europeos Jacques Tati y Roberto Benigni, que ha conseguido imponer, en un tema tan tremendo como el holocausto en “La Vida es Bella”, su inteligencia, sutileza cómica e ingenio crítico.
La pantomima, pues, había descendido a la pista de circo y había aportado al clown la cara blanca de Pierrot, que se convierte en el clown Blanco o espala y que pronto se rodeadará de otros clowns con caraterísticas totalmente opuestas, apareciendo así el juego entre los Augustos y el clown blanco.

El clown de nuestros días, es un clown de teatro, basado más sobre el talento del actor que sobre las habilidades acrobáticas, dando vida a un mundo a menudo absurdo y cruel.
Pero es sobre todo la psicología y el juego del Augusto, el clown que nos llega a través del teatro, como muy bien expresara el maestro Jacques Lecoq: “Beckett ha aportado una nueva dimensión al clown, haciéndonos descubrir los soplos de la existencia. El héroe trágico se vuelve inabordable”. Descubriéndonos a un nuevo clown, un clown con rasgos de héroe contemporáneo, es decir, un antihéroe. La tragedia clásica se invierte para mostrarnos el absurdo de nuestra propia existencia y como resultado el clown encuentra su nuevo lugar.

Carta a los actores

CARTA A LOS ACTORES (fragmentos)
de
VALÈRE NOVARINA
Traducción de Fernando G. Grande y Reescrito por Nieves Rodríguez Rodríguez

Escribo por las orejas. Para los actores neumáticos. En los viejos manuscritos árabes los puntos se indican con soles respiratorios… ¡Respirad! ¡Pulmonead! Pulmonar no quiere decir en absoluto desplazar aire, vociferar, inflarse, sino por el contrario disponer de una auténtica economía respiratoria, utilizar todo el aire que se aspira, consumirlo totalmente antes de volver a aspirar, llegar hasta el agotamiento, hasta la constricción de la asfixia final del punto, del punto de la frase, del puño que uno aprieta con el brazo en tensión al finalizar la carrera.

[…]

Masticar y comer el texto. Un espectador ciego debe oír triturar y deglutir el texto, preguntarse qué están comiendo sobre el escenario. ¿Qué comen? ¿Se comen? Masticar o tragar. Mestización, succión, deglución. Algunos pasajes del texto deber ser mordidos, atacados con saña por los comedores (labios, dientes); otros tienen que ser rápidamente sorbidos, deglutidos, engullidos, aspirados, tragados. ¡Come, sorbe, come, mastica, pulmonea, masca, mastica, caníbal! ¡Ay, ay!… Muchas partes del texto deben ser proyectadas en una sola aspiración, sin volver a tomar aire, utilizándolo completamente. Consumir en su totalidad. Sin guardar esas pequeñas reservas, sin tener miedo a ahogarse. Al parecer es así como se encuentra el ritmo, las diferentes respiraciones, lanzándose en caída libre.

[…]

¿Dónde se encuentra el corazón de todo esto? ¿Es el corazón el que bombea, el que hace que todo circule?… El corazón de todo esto se encuentra en el fondo del vientre, en los músculos del vientre. Son los mismos músculos del vientre los que, presionando las tripas o los pulmones, nos sirven para defecar o acentuar la palabra. No se trata de hacerse los inteligentes, sino de que las tripas, los dientes, las mandíbulas hagan su trabajo.

[…]

El teatro es un rico estercolero. Ya está bien de todos esos directores, de todos esos liantes endiablados que ocultan el fondo real con capas externas, de ese mercadillo de teatrúsculo acumulador de restos de viejas representaciones repleto de actitudes de vejestorios, de glosas de glosas. ¡Que acabe de una vez ese teatro que no deja de fabricarse ilusiones falsas y castigarnos los oídos, las orejas y los orejones con glosas de glosas en lugar de abrir de par en par sus pabellones a la masa inmensa de todo lo que se dice, cada día más acentuado, que hace estallar en múltiples sentidos la vieja lengua impuesta en un follón asombroso de nuevas lenguas que arrinconan a la vieja que cede, que ya no puede más!
Es el actor el que va a transformarlo todo. Todo surge siempre en las mayores dificultades. Lo que surge, lo que va a estimularlo, es la lengua que, por fin, veremos salir por el orificio. El actor tiene su orificio como centro y él lo sabe. Aún no puede decirlo, porque hoy, en el teatro, la palabra sólo se concede a los directores de escena y a los periodistas. Al público se le ruega amablemente que deje su cuerpo colgado en la percha de la guardarropía y al actor, domado, se le ruega amablemente que no joda la puesta en escena del patio de butacas, que no entorpezca el elegante desarrollo del banquete, el bello intercambio de connivencias y de signos culturales recíprocos entre el director y los periodistas.

[…]

Cualquier teatro, no importa cuál, actúa siempre, y duramente, sobre el pensamiento, trasgreda o perpetúe el sistema dominante. Quiero que me cambien mis percepciones. Es absolutamente necesario acabar con el sistema. ¡Absolutamente necesario! Es tarea urgente poner fin, iniciar la caída del sistema reproductor aún vigente.
¿Qué quiero decir con tal afirmación? Quiero decir, Señora, que los que dominan siempre están interesados en que desaparezca la materia, en que se suprima el cuerpo, el soporte, el lugar desde el que se habla, en hacernos creer que las palabras son un maná que cae del cielo sobre nuestros cerebros, que son pensamientos los que se expresan y no cuerpos.

[…]

Escribir textos teatrales es preparar la pista en la que se va a bailar, colocar obstáculos, colocar vallas en una pista sabiendo muy bien que únicamente los bailarines, los atletas, los actores son bellos… ¡Eh, actores, actrices, vuestros cuerpos braman, incitan, provocan deseo! Lo que incita a escribir para el teatro es únicamente el deseo del cuerpo del actor. ¿Se me entiende? Que el actor viniese a rellenar mi texto lleno de huecos, a bailar en él.
El que escribió le habla al que actúa. Pero no es tanto la diferencia de verbos (escribir, actuar) lo que marca nuestra diferencia, sino la diferencia de los tiempos. Esos cuerpos trabajan en algo en lo que el mío dejó de hacerlo hace tiempo. Es un paralítico el que le habla a los que bailan, es un afónico el que habla a buenos cantantes. El que habla es un ex–bailarín que nunca habría bailado: no el que firmar la historia sino el autor del rollo. Porque, quien dice autor dice autor del rollo, heredero del cadáver, gestor del excremento, y porque este espectáculo que se monta, esta aventura, no me reporta la mínima satisfacción ver que mi moneda circula, que por fin es de curso legal, sino el dolor de no tener ya las piernas de un joven de veinte años para bailar esta danza y el gozo de ver a los actores bailar como los ángeles.
¿Qué puedo yo decirles desde mi sillón de espectador de ensayos, de impotente en silla de ruedas a los que bailan, a los que saltan?… Apenas puedo decirles que… Apenas puedo decirles que… El actor (cualquiera de ellos, de ellas) lleva diez años de ventaja en todo hoy por hoy. En todo lo que se escribe. Debido fundamentalmente al conocimiento de su cuerpo. Pero se trata de un conocimiento del que aún no pude hablar. Porque se lo impiden. Y además porque, no obstante, un paralítico puede decir algo sobre el cuerpo a los que gozan de todos sus miembros porque algo sabe, en su cuerpo inválido, a fuerza de bailar inmóvil y de cantar con la boca cerrada.

[…]

Hacer de nuevo que la palabra muera con el cuerpo.

[…]

¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ¿Por qué se es actor? Se es actor porque uno no se acostumbra a vivir en el cuerpo impuesto, en el sexo impuesto. Cada cuerpo de actor es una amenaza, que hay que tomar en serio; y si un día nos encontramos en el teatro, es porque existe algo que no se ha podido soportar. En cada actor existe, cuando quiere hablar, algo que se asemeja a un cuerpo nuevo. Una emergente y diferente economía corporal que intenta expulsar a la antigua que nos fue impuesta.

La CARTA A LOS ACTORES se escribió durante los ensayos del Atelier Volant para los actores que estrenaron esta obra en enero de 1974.

10 signos que indican que deberías estudiar Arte Dramático

  1. Te gusta la literatura: Siempre te ha interesado leer historias, crear mundos imaginarios y poéticos, devoras cualquier libro que cae en tus manos.
  2.  Te expresas en público: La vergüenza no es parte de ti. Aunque tal vez seas de aquellos que deciden estudiar esta carrera para vencer su timidez y desarrollar tu sensibilidad.
  3.  Trabajas en grupo: Si te gusta trabajar en grupo, el teatro es tu sitio. El Teatro es un arte colectivo, donde todos los actores y elementos de la puesta en escena son importantes, valorando el papel de lo colectivo por encima de lo individual
  4.  Eres emocional y sensible: El actor necesita mostrar distintos estados de ánimo, sentimientos y pasiones cuando interpreta a un personaje y para lograrlo se necesita principalmente sensibilidad y aprender el manejo de las emociones.
  5.  Te gustan las Artes: El teatro se engloba dentro de las artes escénicas, y en él, tiene cabida la Performance, la danza o la música. Incluso es probable que ya tengas formación en alguna de estas disciplinas….
  6.  Tienes conectados tu cuerpo y tu mente: en esta profesión es necesario que cuerpo y mente trabajen juntas y se desarrollen en paralelo, el equilibrio es la clave del éxito.
  7.  Te gusta divertirte: La base de la improvisación y de la interpretación es el juego, un juego dramático, pero sobre todo lúdico.
  8.  Eres Observador: La observación en la interpretación es fundamental, a través de ella descubrimos los ritmos y las dinámicas de los personajes, de la vida y por tanto del teatro.
  9.  Eres Independiente: gestionas el trabajo de forma autónoma y eres proactivo. Eso en general es algo que en la vida te vendrá bien y te lo exigirán en el mundo laboral
  10.  Eres Creativo: El actor durante su carrera deberá interpretar y crear muchos personajes y puesta en escenas. Especialmente en nuestra Escuela, apostamos por un actor creador, independiente y con todas las herramientas necesarias para crear y emprender sus propios teatros.

Por David Trueba, Director de Escuela Internacional del Gesto

10 razones para estudiar Teatro Gestual

Muchas veces, nos preguntan el porqué de nuestro nombre, Escuela Internacional del Gesto. Es bien sencillo,  nuestro nombre representa nuestro SER pedagógico por un lado , y nuestro SER teatral por otro.

Nuestras dos naturalezas: la pedagogía como legado y como un ejercicio de amor hacia el teatro, especialmente el que nace más dentro, el que nace del gesto.

Si bien, en España, esta tradición gestual se comienza a  trabajar cuando el actor ha alcanzado niveles de profesionalización avanzados o como técnica de perfeccionamiento, por norma general e incluso totalmente separado del trabajo con el texto dramático.

Nosotros creemos que el gesto debe acompañar al texto desde el origen, e incluso a veces sobreponerse al mismo para darle contundencia… Pues no todo en la vida son palabras… Las imágenes, los silencios, las acciones son los impulsos creadores más poderosos.

¡El teatro gestual amigos!, hoy en día ejercido por los más grandes maestros desde la gran renovación teatral a principios del S.XX, como contestación al realismo, y extendido a todos las formas de interpretación en la actualidad . Es casi invisible, palpita de dentro del ser hacia fuera, dando forma y envergadura a los sentimientos y a las palabras, y sobretodo dotándolos de una dimensión real. Escucha el ritmo al que se abren paso las distintas naturalezas y lo convierte en una danza.

¿Por qué estudiar teatro gestual? Porque es necesario. Porque darle forma a nuestras ideas a través de nuestro cuerpo hará que las palabras que lo acompañen reverberen hasta el infinito … El cuerpo humano es bello, es complejo, tiene vida propia…y si puedes gobernar esa vida serás, verdaderamente,  un actor pleno.

Si aún así, no entiendes por qué el teatro gestual es tan importante y necesario en la formación, te dejamos este decálogo de razones por las que deberías plantearte estudiar teatro gestual.

 

  1. El teatro gestual  implica al cuerpo en el reconocimiento de la realidad, permitiendo que cada uno incorporé el mundo que le rodea antes de escribirlo o actuarlo, apareciendo formas resultantes más sentidas, sinceras, orgánicas o verdaderas y menos cerebrales.
  2. El teatro gestual entiende lo dramático desde el movimiento, fundamental para entender la relación del actor con el espacio, con su cuerpo o con el ritmo.
  3. En el teatro físico o gestual la voz y la palabra no están prohibidas . Es más, potencia el valor y el sentido que se le da la palabra, al encontrar en el silencio, el impulso y el fondo que hace nacer la palabra justa.
  4. El teatro físico o gestual al no sustentarse en exclusividad en el texto dramático, permite una mayor libertad tanto en la creación, como la composición dramática ya sea a nivel de personajes, puesta en escena dramaturgia, o escenográficamente. Todo ello también permite la aparición de nuevas formas, territorios y estéticas  de abordar lo dramático.
  5. El Teatro gestual permite un primer acercamiento a lo dramático desde lo físico, distanciándonos de todo psicologismo. El actor se pone en juego a través de  un teatro de movimiento y del imaginario.
  6. La creación física de personajes en el teatro gestual, permite descubrir una amplia variedad de personajes dramáticos, más orgánicos y más libres de aquellos que surgen a partir de la lectura y el análisis del texto teatral.
  7. La economía de la acción es algo que se descubre a través del trabajo con el cuerpo y su expresión, el mimo de acción o la acrobacia. Consiguiendo siempre una limpieza y una economía en el movimiento, el gesto y la acción teatral.
  8. El uso de las máscaras en la pedagogía teatral y en el teatro gestual, obliga al actor a alcanzar una dimensión esencial del juego teatral, comprometiendo al cuerpo y mente en su totalidad, sintiendo una intensidad de la emoción y en la expresión que servirá de referencia para el actor.
  9. El teatro del gesto estructura y simplifica la actuación, transmitiendo al cuerpo las actitudes esenciales, depurando la actuación y filtrando la complejidad de la mirada psicológica.
  10. El lenguaje gestual es universal, indagando en una antropología de gestos y acciones que encarnan un sentido y un significado más profundo y global.

Y recordad “Nuestra naturaleza está en movimiento. El reposo absoluto es la muerte.” Blaise Pascal.

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