¿Para qué salir a escena?
Mercedes Herrero Pérez_ Pez Luna / Documento a escena
¿ Para poner voz a otrxs?
¿ Para poner voz quizás a l@s sin voz ?
¿ Para empoderarnos del espacio de la escucha por excelencia, en muchas ocasiones
sagrada?
¿ Para habitar el lugar que permite el rito y la ceremonia sin divinidades por medio?
¿ Para lanzar preguntas certeras al corazón convertidos en arqueros durante un
tiempo pactado?, o ¿ para disparar preguntas que atraviesan ejes vitales de los que el
ser humano no podemos escapar, preguntas ineludibles al latir diario aunque no las
titulemos públicamente?,
o ¿ para agarrarnos a ojos ajenos sedientos de pálpito?, o ¿para lanzar un teatro que
informa, expresa, explica, confunde, inquieta, provoca, molesta, desestabiliza?
¿Por qué asumimos esa responsabilidad ?
¿Para qué asumimos el poder de la palabra y el cuerpo en acción?
¿Tanta atracción nos provoca ser escuchados?
¿Qué necesidad hay tan fuerte para lanzarnos al abismo?
¿Por qué entramos en escena a partirnos la camisa, a desnudarnos, a sentirnos
frágiles, a sentirnos fuertes, a compartir heridas, a sacar el cuerpo lleno de rasguños?,
¿ para mirar a los ojos al otro y charlar despacio ? o ¿ porque confiamos que saber del
otro hace al ser humano responsable de la humanidad restante?
Como creadora necesito tener la certidumbre humanista de que hacernos preguntas
es el motor que despierta la duda, la inquietud, el cambio quizá.
Y qué mejor que lanzarse a provocar dudas al espacio donde el silencio se mastica.
Sobre ese silencio acordado cualquier sonido o palabra es una presencia en una hoja
en blanco a pintar entre dos partes, hasta que no termine el
diálogo no se termina el cuadro, un toma y daca, el abismo de una
conversación. Y aunque una de las dos partes calle el diálogo está en pie, y los matices
del silencio son también diálogo. La capacidad para escucharlo es la gran habilidad del
oficio labrado escucha a escucha.
Escuchar juntos nos hace frágiles. Los otros saben lo que sabemos, lo recién
descubierto.
El poder del teatro es compartir el saber en colectivo, hacer a la masa corresponsable
del dato, pero ¿con qué datos quiero habitar la escena?, ¿para gritar aquí y ahora qué?
¿para qué subir a escena?
Yo subo a escuchar.
A escuchar en este tiempo de ruido obsceno disfrazado de comunicación
Yo subo a dialogar.
A mantener una charla con otro ser humano sobre mundos que nos inquietan en esta
mordaz butaca del inexplicable, pulcro, egoísta y macabro siglo XXI.
Yo salgo a disparar y a que me disparen por dejarme ver.
Precio de la herida: poder lanzar la fecha puntiaguda directa a la fragilidad del otro que
le hace humano.
Yo subo a escena para no salir indemne, ni yo ni el otro.
Yo salgo a escena porque quiero confiar que en la butaca inquieta hay un público
poroso que permita la posibilidad de salir agrietado del espacio escénico.
( con permiso del hombre de Granada desaparecido bajo la tierra:
“- Señor director
– ¿Qué?
– El público.
– Que pase” )
Dice Angélica Lidell que la arquera en el momento del lanzamiento deja de ser bufón,
por unos instantes se convierte en ciudadana. Instantes de alto valor. La esencia de la
entrega. Entregarse por al menos esos instantes de respuesta colectiva en silencio, esa
individualidad de la masa.
¿Para que salir a escena si no es para dialogar con la otredad?
Mercedes Herrero Pérez_creadora escénica 201
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